Estimados lectores:
Hace muchos años cuando abrí mi primer Beit Jabad en Buenos Aires, me reuní con un colega y me preguntó que pensábamos hacer, si íbamos a dar clases, organizar rezos o cual era nuestro principal objetivo, le dije: - Lo principal es que vengan al Kidush.
Todos los Beit Jabad del mundo, son conocidos por tener un buen Kidush, por las actividades con un buen bufete, siempre vamos a encontrar la comida.
Nuestro Patriarca Abraham tenía un parador en el desierto, en un cruce de caminos donde los beduinos pasaban en sus caravanas, ahí descansaban, comían, bebían y se lavaban. Pero Abraham no les cobraba, les decía que agradezcan a Dios, el único creador del mundo, les contaba del monoteísmo, con el tiempo tuvo miles de seguidores y adeptos. En la actualidad la mayoría del mundo es monoteísta, gracias a los almuerzos gratis que cocinaban Abraham y Sara.
Muchos creen que Abraham lo hacía simplemente para ayudar al prójimo, a todos nos hace bien darle de comer a otro. Pero Abraham tenía un objetivo aun mayor, alimentar el alma, lograr un cambio más profundo en la conciencia de sus comensales.
Si el estómago está lleno, recién ahí podemos alimentar al espíritu. Justo ayer hablaba con Flor, una de las líderes del proyecto Team Chunt, que se dedica a llevar comida caliente a gente en situación de calle, y ella me contaba que la gente además de venir a comer, genera un lazo de amistad con los voluntarios, les comparten sus problemas y angustias y tienen en quien confiar en un ámbito tan hostil como la calle. Muchos le dicen: "Que buenos que son los judíos"
Como dice el famoso refrán: Panza llena corazón contento, pero lo cambiaría por panza llena y alma plena.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy