Toda cosa mala es en realidad una versión “caída” - es decir una distorsión - de alguna forma de santidad. El Faraón era la expresión caída de la capacidad de D-os de estar por encima de los límites de la naturaleza. En su forma caída, este poder se convirtió en la indiferencia arrogante del Faraón hacia cualquier autoridad fuera de sí mismo. En este contexto, cuando el Faraón le dijo a Moisés “el día que veas mi cara morirás”, estaba (sin saberlo) advirtiendo a Moisés que nadie puede contemplar la infinidad de D-os y vivir. Moisés estuvo de acuerdo: ningún ser creado finito puede experimentar la infinidad de D-os y continuar existiendo como un ser finito; será absorbido por la experiencia y se “disolverá” en la infinidad de D-os.
Sin embargo, D-os no está atado por sus propias reglas; El puede permitir a un individuo “sobrevivir” a esta experiencia. Y es exactamente lo que hizo con Moisés, para permitirle destruir el mal del Faraón al revelar el poder supernatural de D-os a través de las plagas.
Todos tenemos nuestro “Faraón” interno, es decir alguna oposición u hostilidad terca hacia la santidad. Cuando este “Faraón” es derrotado, los demás obstáculos para vivir una vida positiva y saludable también lo serán.1
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