D-os le dio a Moisés más instrucciones con respecto a los sacrificios, estipulando que sólo pueden ser ofrendados en el Tabernáculo (o en su sucesor, el Templo Sagrado).
El Poder del Sacrificio
לְמַעַן אֲשֶׁר יָבִיאוּ בְּנֵי יִשְׂרָאֵל אֶת זִבְחֵיהֶם . . . לה' וגו': (ויקרא יז:ה)
Los israelitas deben traer sus ofrendas festivas a D-os. (Levítico 17:5)

El ofrendar sacrificios animales a D-os parece ir en contra del respeto de la Torá por la vida animal. Pero incluso con respecto a los sacrificios que no son de animales, ¿por qué D-os nos pide que tomemos cosas valiosas y las quememos sin ningún beneficio aparente? Es más, de todos los mandamientos de D-os, ¿por qué es que la Torá se refiere sólo a los sacrificios como ser “agradables” a D-os? ¡Seguramente se complace cuando cumplimos con cualquiera de Sus mandamientos!

La respuesta es que los sacrificios agradan a D-os en la forma más pura precisamente porque la única razón para ofrendarlos es para cumplir con Su voluntad. A diferencia de otros mandamientos, no hay una “segunda intención” posible para con los sacrificios. Dado que están claramente en contra de toda lógica, no puede implicar ningún interés propio. Es claro que este es un estado mucho más grande de autoanulación que el que se requiere para cumplir con cualquiera de los otros mandamientos de la Torá.

Hoy en día, nuestras plegarias son un reflejo de los sacrificios que se ofrendaban en el Tabernáculo. Al igual que con los sacrificios, puede parecer ilógico “perder” nuestro valioso tiempo en rezar cuando podríamos estar “haciendo” algo, incluso actividades sagradas como estudiar Torá o cumpliendo algún mandamiento “práctico”. Pero es precisamente al dedicar nuestro tiempo y concentración valiosos en ninguna otra cosa que acercarnos a D-os, que nos conectamos con Él de la forma más profunda e íntima posible.1