A los Levitas se les confió la responsabilidad de cargar el Tabernáculo y su equipamiento a través del desierto. D-os dirigía a los judíos a través del desierto con el Tabernáculo - en el cual Su presencia se manifestaba abiertamente - para subyugar las fuerzas del mal, que el desierto deshabitado, no cultivado, desolado y peligroso representaba.
Similarmente, nuestro propio ambiente puede a veces parecer como un “desierto” espiritual, desprovisto de Divinidad. De hecho, nos puede parecer a veces que nosotros mismos nos hemos convertido en un “desierto”, es decir que hemos desarrollado hábitos que son contrarios a nuestra tarea de difundir conciencia Divina. ¿Cómo podemos esperar cambiarnos a nosotros mismos (y ni que hablar al mundo a nuestro alrededor) cuando estos hábitos y comportamientos se han arraigado dentro nuestro?
Aquí, podemos aprender de las Levitas. Ellos ni siquiera empezaban a entrenarse para su ocupación hasta que tenían 25 años, pero aun así se les autorizaba a comenzar su servicio sagrado a esa edad. D-os también nos da la capacidad de rehacernos a nosotros mismos y comenzar nuevos caminos en la vida, a pesar de que no nos sintamos calificados, preparados o merecedores de hacerlo. Todo lo que tenemos que hacer es hacer uso de Su asistencia.1
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