Cuando los soldados contaron las personas y los animales capturados encontraron que milagrosamente los totales eran todos divisibles por cincuenta y quinientos. Esto posibilitó el cumplimiento de la orden de D-os de entregar a los sacerdotes y levitas los porcentajes exactos de lo que habían capturado. Esto resulta aún más asombroso si consideramos todos los detalles que tuvieron que coincidir para la consecución de este milagro: la fertilidad y la expectativa de vida del pueblo y los animales, etc., todo lo cual tuvo lugar mucho antes de que fueran capturados en batalla.
Aprendemos de esto que nunca debe perturbarnos un obstáculo aparente en el cumplimiento de las directivas de D-os o en el llevar a cabo nuestra misión divina. Por el contrario, debemos recordar que D-os ordenó las cosas por adelantado para permitirnos lograr nuestros objetivos divinos de la mejor forma posible.1
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