"Habla a los Hijos de Israel, y ellos tomarán prestado de sus vecinos recipientes de oro y plata" (Instrucciones finales antes del Éxodo-Éxodo 11:2)

¿Siguieron las noticias del último año acerca del profesor de leyes egipcio que inició una demanda contra la judería mundial ante la Corte Internacional de Justicia? Demandó que los judíos devolvieran el oro y la plata que sus ancestros tomaron en su salida.

No es la primera vez en la historia que se hace tal reclamo: Alejandro el Grande una vez presidió un juicio similar en el que los reclamos egipcios fueron eventualmente derrotados por el abogado judío que calculó los salarios debidos a 600.000 esclavos durante 400 años y demandando primero el pago. Los egipcios hicieron la cuenta y huyeron.

Muy bien, ellos nos deben más de lo que nosotros le debemos a ellos, ¿pero por qué, en primer lugar, tomamos el dinero?

El esclavo promedio a quien se le presenta una posible oportunidad de liberación seguramente estará muy ocupado saliendo del país para estar preocupado en hacer rondas pidiendo recuerdos de sus antiguos amos.

La tradición relata otra cosa. "El vaciado de Egipto" fue una prioridad tal que Di-s insistió a través de Moisés, que los judíos fueran puerta por puerta a colectar. Los comentaristas explican que Di-s insistió que los judíos se hicieran ricos para cumplir Su pacto con nuestro padre Abraham "Tus descendientes serán extranjeros en una tierra ajena, serán esclavizados… y luego saldrán con grandes riquezas".

En la enseñanza jasídica, este "saqueo" de la riqueza de Egipto es análogo a la riqueza espiritual que los judíos aumentaron durante su residencia en Egipto. Salieron acompañados por tesoros de oro y plata, pero el verdadero motivo por el que estuvieron exiliados en Egipto fue por la remuneración espiritual obtenible. Los años de esclavitud fueron marcados por las dificultades físicas que encontraron, pero la intención de Di-s fue que su sufrimiento actuara como un "horno de fundición" —colectando, refinando y elevando los elementos de santidad ocultos ahí y haciendo que toda la experiencia fuera finalmente recompensada.

Dondequiera uno se encuentre, cualquier cosa que uno esté haciendo, hay un propósito a ser realizado, y ganancias espirituales para ser buscadas. Los caminos de la vida por los que tropezamos no son digresiones acerca de nuestro viaje, ni son cadenas de deseos que buscan esclavizarnos a excesivas restricciones a nuestra libertad. Venciendo todos los obstáculos y huyendo de amos extraños llegamos al recipiente de oro que espera al final de nuestro paso por la vida.