CUERPO

Escuchen bien: el Seder es esto. Es por eso que se llama “Hagadá” (“contar”). Ahora llegamos a la carne y las papas del Seder que anhela el alma. (En cuanto a la carne y las papas que anhela el estómago, muy probablemente las puedes oler mientras se van cociendo en la cocina. Espera un poco; ya vamos a llegar a eso…).

Llena la segunda copa de vino, tras lo cual los chicos hacen las cuatro preguntas.

Por supuesto que si quieren, pueden preguntar más.

¿No hay chicos presentes? Que pregunte un adulto. ¿Estás tú solo? Entonces tú mismo puedes ser el chico, y Dios será el padre. Y ya que estás, pregúntale otras tantas preguntas difíciles de parte nuestra…

Continúa relatando la historia, tal como está escrita en la Hagadá.

¡Ey! ¡No estás obligado a limitarte a la versión de la Hagadá! Eso fue escrito para que todos tuvieran algo que decir. Pero ahora es tu oportunidad de usar toda tu creatividad. Cuenta todas las historias que conozcas acerca del Éxodo. Analiza cada una de las palabras de la Hagadá y penetra en su significado más profundo. Que sea algo real, que sea algo profundo.

He aquí una síntesis de lo que vamos a contar:

La Hagadá es la unión de dos relatos, cada uno de los cuales (como en cualquier buen cuento) tiene un comienzo angustiante y un final feliz. La narración central es la historia del Éxodo: que al principio “fuimos esclavos del Faraón en Egipto” y luego “Dios nos sacó con Mano Poderosa”. La historia más grande es que “en el comienzo, nuestros antepasados fueron idólatras” y luego “Dios nos acercó a Él, a Su servicio”.

Vamos a rastrear los orígenes del pueblo judío, comenzando cuando Abraham rechaza la idolatría que practicaba su familia. Recodaremos cómo la esclavitud en Egipto -pero también la redención y las “grandes riquezas” que obtendrán de allí- ya le fueron reveladas a Abraham en el “Pacto entre las Partes”. Confirmaremos que la promesa que Dios le hizo a Abraham sigue en pie, y que no sólo nos salvó de Egipto sino que nos sigue salvando a lo largo de la historia judía, ya que “en cada generación ellos se abalanzan sobre nosotros para aniquilarnos, pero Dios nos salva de sus manos”. Describiremos el terrible sufrimiento que soportaron los Hijos de Israel en Egipto y las plagas que acometieron a los egipcios. Entonaremos los quince grandes regalos que Dios nos confirió, empezando con el Éxodo, pasando por la División del Mar, el Maná y la Entrega de la Torá, y llegando hasta el ingreso a la Tierra Santa y la construcción del Templo Sagrado en Jerusalem.

Explicaremos la significancia de la ofrenda de Pesaj (en muestra de gratitud a Dios por haber salteado nuestros hogares cuando Él atacó a los primogénitos egipcios), la matzá (“porque la masa de nuestros padres no tuvo tiempo de laudarse antes de que Dios Se les revelara y los redimiera”) y el maror (las hierbas amargas, que conmemoran la amargura de nuestro exilio y nuestra esclavitud). Concluiremos con la primera parte del Halel (Salmos de alabanza), que se recita con la segunda copa de vino.

Reglas básicas para la narración de la historia:

Haz que los niños participen.

Cuéntala en primera persona, en el presente. No digas “Hace mucho tiempo, los antiguos hebreos….”. Más bien, di algo así: “Cuando éramos esclavos en Egipto, ¿a qué no saben lo que hizo el perverso sistema socio-burocrático del estado? ¡Nos sofocó por completo el sentido de autoestima!”. Todo lo que ocurrió por aquel entonces corresponde a algo que ocurre en la vida de cada persona. Ahora verdaderamente lo estamos viviendo. Simplemente estamos examinando nuestras propias vidas dentro del vestido del antiguo Egipto.

Son todos milagros. Moisés y sus señales y maravillas. Las Diez Plagas. La división del Mar. Todos esos milagros ocurrieron para que pudiéramos contemplar los acontecimientos de nuestra vida cotidiana y nos diéramos cuenta de que estos también son milagros. Cuéntalo así: Nosotros somos un pueblo nacido de milagros. Que sobrevive por milagros. El hecho mismo de que ahora estemos aquí contándoles esta misma historia a nuestros chicos en una cadena inquebrantable de 3.316 años es una anulación de las leyes naturales.

Bebemos la segunda copa al final de este paso.

ALMA

El Éxodo no fue simplemente un acontecimiento que nos ocurrió. Se trata de un acontecimiento en el que nosotros nos transformamos. Es lo que somos. Es la vida de cada uno de nosotros, que vuelve a tener lugar una y otra vez, en nuestro combate con el mundo, en nuestra lucha con nosotros mismos. Nosotros somos la corporización de la libertad en una constante modalidad de escape. Tal vez es por eso que los judíos siempre fueron los rebeldes de la sociedad, los que piensan en forma poco convencional. La experiencia de salir de Egipto dejó una marca indeleble en nuestras almas y nunca dejamos de hacerlo. El judío que dejó de irse de Egipto dejó de permitir que su alma respire.

Contar la historia es traer al descubierto ese ser esencial; enfrentarse cara a cara con los que verdaderamente somos y resucitar ese ser, devolviéndolo a la vida.