Una breve historia
Cuando en 1976 una persona muy querida de la comunidad judía de Crown Heights sufrió paro cardíaco durante una festividad judía, la ambulancia llegó demasiado tarde para salvarlo. La tragedia dio lugar a la creación de un grupo de paramédicos voluntarios, Jevrá Hatzalá, que en hebreo significa, literalmente, “equipo de rescate”.
La primera ambulancia la compró el fundador del equipo de rescate de Brooklyn, el rabino Yehuda Leib Bistritzky. La camioneta quedaba estacionada frente a la Sede de Jabad Mundial. A pesar de que en ese momento se trataba de un lugar central para la comunidad, también les trajo problemas.
El Rebe, rabí Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, le envió un mensaje al rabino Bistritzky en el que le indicaba que quitara el caduceo del logo de Hatzalá. El Rebe le explicó que el símbolo griego proviene de la idolatría y no debería usarse. Lo quitaron de inmediato y luego lo reemplazaron por un corazón, que ha sido adoptado por muchos de los grupos de voluntarios judíos.1
¿Dónde dejar la ambulancia?
Uno pensaría que el mejor lugar para dejar una ambulancia es un estacionamiento cubierto. Dejarla en un lugar cálido, protegida de los factores climáticos, evitaría que fuera necesario precalentar el vehículo y ahorraría tiempo en una situación de emergencia.2
Sin embargo, la ambulancia queda estacionada en el frío de la calle, a la salida de la estación de tren de Kingston Avenue. Del edificio de la sinagoga sale un dispositivo con un cableado que cumple la función de mantener el calor de la ambulancia.3
Pero, ¿por qué? ¿Quién querría ver una ambulancia todos los días? ¿Por qué querríamos un recordatorio de que la gente se enferma? Ninguna persona que haya sido llevada de urgencia al hospital en una ambulancia olvidará jamás lo penoso de aquel viaje.
Pero el Rebe, con su pasión por encontrarle a todo el lado positivo, lo veía desde una perspectiva muy diferente. El Rebe ponía énfasis en la importancia de la medicina preventiva. Alentaba a los doctores a dedicarse a prevenir enfermedades en lugar de esperar a que la gente estuviera enferma para tratarla.4
El Rebe explicaba que cuando una persona sabe que hay médicos competentes a disposición, eso le da una cierta serenidad y una cierta paz que previenen enfermedades.
Del mismo modo, explicaba el Rebe, ver la ambulancia con regularidad serviría a la gente como recordatorio de que debía ser precavida con su salud y hacer lo necesario para mantenerse sana.
“¡Esperemos que de esta manera nunca necesiten a un médico por una emergencia!”.5
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