El arrepentimiento, como todas las mitzvot, debe estar lleno de alegría, aunque pueda también ser acompañando de un dolor profundo. Una mitzvá tan importante como el arrepentimiento, que además tiene el poder de rectificar las fallas en todas las mitzvot, ciertamente debe ser cumplida con alegría. De hecho, el arrepentimiento mismo está paradójicamente compuesto tanto de dolor como de alegría: quien ha pecado puede volver a D-os y unirse a Él, y no hay mayor alegría que esto.
El arrepentimiento, entonces, tiene dos componentes: amargo remordimiento por el pasado, y una gozosa resolución para el futuro.
(Likutei Sijot, vol. 2, p. 389)
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