Bsd.
La naturaleza del alma Divina que todo judío posee, es la de querer siempre estar unida a Di-s. De hecho, el Tania (Cap. 24) afirma que esta unión es tan firme y fuerte que aun en el momento del pecado, el alma permanece junto a Di-s. Es decir, si bien la persona manifiestamente está alejada del Creador, su alma no lo está. Lo que el judío debe tratar es revelar esa conexión intrínseca, y desear que la misma se manifieste.
En esta Sijá, el Rebe explica que todo judío, desde el más inculto hasta aquel que ya es un tzadik, deben realizar esfuerzos para lograr una conexión manifiesta con Di-s. Todo judío debe desear que Di-s se le muestre abiertamente. Lo especial de esta Sijá, es que todas sus enseñanzas son extraídas de una conversación, en apariencia trivial, entre un niño de 5 años y su abuelo.
A
1. Ya conté una vez el siguiente relato1, pero como hoy es el 20 de MarJeshván, día del nacimiento del Rebe Rashab2, lo haré nuevamente:
Cada año, en el día de su cumpleaños, el Rebe Rashab visitaba a su abuelo, el Rebe Tzemaj Tzédek3, para pedirle una bendición. (Es posible que ésta fuera una práctica de todos los nietos del Tzemaj Tzédek [cada cual en el día de su cumpleaños]). En una de estas ocasiones (tenía 4 o 5 años, pues nació en el año 5621 [1860], y la desaparición del Tzemaj Tzedek se produjo en Nisán del año 5626 [1886]), [el niño] estalló en llantos. Cuando el Rebe Tzemaj Tzédek le preguntó el motivo de su llanto, éste respondió que en la lección de Jumash que recién había estudiado [en el jeider (la escuela primaria tradicional), el melamed (maestro) le contó, o escuchó de otros] que Di-s Se mostró de un modo revelado a nuestro Patriarca Avraham (este episodio tuvo lugar durante la semana en que se lee de la Torá la Sección Vaieirá4), y lloraba porque Di-s no Se mostraba manifiestamente [también] a él.
El Tzemaj Tzedek le respondió: "Cuando un judío (según otra versión, dijo: 'cuando un judío tzadík') decide a los 99 años que debe circuncidarse, merece que el Todopoderoso se le revele".
El niño aceptó la respuesta y dejó de llorar.
2. Si bien este episodio aconteció cuando el Rebe Rashab era todavía un niño menor de Bar-Mitzvá –ni siquiera había llegado a la edad de jinúj (lit.: educación5)–, no obstante, [pese a tratarse en apariencia de un "incidente" infantil trivial,] debe enseñarnos una lección [en el servicio a Di-s], en vista de que el Rebe Rashab se lo contó a su hijo único, el Rebe [anterior], y éste me lo transmitió para que el episodio cobrara conocimiento público. Ello indica, claramente, que también es relevante para nosotros.
De este episodio podemos derivar dos lecciones: [se puede inferir] una enseñanza de la pregunta misma [del niño], y también [entender y extraer una lección] de la respuesta [del Tzemaj Tzédek].
3. El llanto del Rebe [cuando niño] por causa de que Di-s no se le revelara nos enseña que cada judío, sin importar su nivel [de contacto con Di-s por intermedio de la Torá y las mitzvot], puede exigir que el Todopoderoso Se muestre a él tal como lo hizo con nuestro Patriarca Avraham.
Esto es válido incluso para aquel [judío] que todavía no llegó al nivel de [poder acceder a ser educado, instruido. Por eso se lo compara con un niño que no llegó a la edad de] jinúj, es decir, aquel al que no sólo le falta la madurez necesaria para comprender por sí mismo, sino que ni siquiera está en condiciones de internalizar lo que otra persona desea transmitirle [para instruirlo]. Es posible que en años ya sea adulto pero, espiritualmente, todavía sea un "niño que no llegó a la edad de jinúj". Mi suegro, el Rebe [anterior], solía decir que "los años judíos ('ídishe iohrn') no se cuentan según lo que figura en el pasaporte". De acuerdo al pasaporte, puede que sea una persona mayor, pero si tomamos en cuenta la verdadera edad, la edad espiritual, es decir, [la "edad"] en lo que respecta a la observancia de la Torá y las mitzvot, se trata de un niño pequeño que todavía juega debajo de la mesa.
[El llanto del Rebe Rashab a los 4 (o 5) años, cuando estaba totalmente libre de toda "interferencia" intelectual –pues todavía era un "niño que no había llegado a la edad de jinúj"– nos enseña que] incluso este judío [que ni siquiera tiene la capacidad de escuchar de otros, y su condición espiritual e intelectual es por demás limitada] puede anhelar con firmeza [hasta expresarlo con lágrimas] su deseo de que Di-s se le manifieste al igual que a Avraham. Ese es el sentido del llanto: Cuando una cuestión trasciende la razón, y el intelecto no se es capaz de contenerla [con la lógica, éste] "desborda" y fluyen las lágrimas6.
4. Más aún: Este judío [aún no instruido espiritualmente, también] puede demandar que el Todopoderoso se le revele tal como se reveló a Avraham luego de que aquel cumplió el precepto de Brit Milá (la circuncisión), pues fue entonces cuando "Havaiá7 Se le apareció"8. De hecho, la revelación a Avraham por parte de Di-s mediante el Nombre Havaiá (el Tetragrámaton) tuvo lugar incluso antes de la circuncisión, pero luego del Brit Milá, Su revelación [a Avraham] fue totalmente diferente y de un nivel muy superior9.
[La explicación de este concepto es la siguiente:]
Cuando el Todopoderoso Se reveló a Avraham luego de su circuncisión, su nombre ya había sido cambiado [de Avram] a Avraham – con el agregado de una letra hei adicional. La Guemará10 declara que [la adición de la letra hei –cuyo valor numérico es 5– a su nombre, transformó a Avraham en otra persona:] a partir de ese momento Avraham logró el dominio absoluto de los cinco órganos [del cuerpo humano] sobre los que, por naturaleza, el común de la gente no tiene control: los dos ojos, los dos oídos, y el órgano masculino. Su nombre original había sido Avram, sin la hei, pues en ese momento sólo ejercía el control de aquello que el hombre puede dominar naturalmente. Pero luego, en virtud de sus esfuerzos personales al máximo de su propia capacidad, se le otorgó del Cielo también el dominio de aquellos aspectos [corporales] que el hombre corriente no puede lograr por medio de sus propios esfuerzos.
[Obviamente, entonces, Avraham ya no era como cualquier persona ordinaria, y] por lo tanto, la revelación de Di-s a él luego del Brit Milá [una vez que su nombre fuera cambiado por el de Avraham (con todo lo que ello implicaba)] fue mucho más sublime que como lo fuera en las oportunidades anteriores.
[Uno podría arribar, en consecuencia, a la errónea conclusión de que la profunda conexión con Di-s a la que tuvo acceso Avraham está restringida únicamente a aquellos judíos de alto nivel espiritual. Pero no es así:] Cada judío –incluso aquel que aún no "llegó a la edad de jinúj" en su vida espiritual– puede [y por lo tanto, debe, desear e incluso] exigir que el Todopoderoso Se le revele tal como Se manifestó a Avraham una vez que éste se elevó al nivel espiritual posterior a su Brit Milá.
5. La respuesta del Tzemaj Tzedek, ["cuando un judío (o 'cuando un judío tzadík') decide circuncidarse a los 99 años, merece que el Todopoderoso Se le revele"] –[de la cual se entiende] que la revelación [de Di-s] a Avraham se produjo debido a que él (Avraham) percibió que debía circuncidarse– nos enseña lo siguiente: Por supuesto, es cierto que cada judío puede exigir que Di-s Se le revele. Pero [para llegar a ello] es preciso un trabajo previo: Ha de saber que [para lograr esta conexión con Di-s,] es esencial que antes se "circuncide" [espiritualmente], sin importar todos los logros espirituales que haya alcanzado ya en la práctica o [a los que] en potencia [está capacitado a arribar].
(Potencialmente, [dada la sublime calidad de su Alma Divina,] cada judío puede llegar a los más altos niveles espirituales, como fuera dicho11 que cada judío tiene el deber de decir: "Cuándo alcanzarán mis acciones [el excelso nivel de] los actos de mis ancestros, Avraham, Itzjak y Iaacov". [Esto coincide con la idea en cuestión, pues] el hecho de que Avraham sea mencionado [en este contexto] junto a Itzjak y Iaacov, señala que nos estamos refiriendo a Avraham conforme se encontraba en el nivel espiritual resultante del precepto de la circuncisión12 [por lo que esta frase sustenta el concepto explicado antes, que todo judío debe anhelar llegar al nivel de Avraham, aun en su estado posterior al Brit Milá]).
6. [La afirmación de que todo judío debe exigir de sí mismo alcanzar el nivel de nuestro Patriarca Avraham no está dirigida únicamente a aquellos de bajo calibre espiritual]. Incluso aquellos que ya poseen estas virtudes –es decir, los tzadikím que, al igual que Avraham, ejercen el pleno control de aquellos órganos que la persona común no puede dominar– también deben tomar conciencia de que precisan circuncidarse [espiritualmente].
Existe otra célebre historia del Rebe Rashab [que descubre ante nosotros dichas virtudes espirituales]: Cierta vez se quejó de que no podía escuchar con un oído. Cuando se investigó la causa, se descubrió que en Shabat, mientras pronunciaba el Discurso Jasídico, había gente conversando en una habitación adyacente, y ello lo perturbaba en la exposición de su Discurso. Como el Rebe sentía que su función era la de enseñar Jasidut, y aquella charla interfería con ello, eliminó el sentido de la audición del oído más próximo al cuarto del que provenían las voces.
Así, en un Maamar13 (Discurso Jasídico) se menciona que hay tzadikím que se despojan del sentido de la vista, o de la audición, cuando estos interfieren con el Alma Divina. Pues los tzadikím dominan incluso aquellos sentidos que el común de la gente normalmente no puede controlar.
Aun así, incluso aquellos que se encuentran en estos planos tan elevados deben saber que precisan circuncidarse [espiritualmente].
7. La circuncisión es esencial [para el judío, no sólo en su sentido literal (a los 8 días de haberse producido el nacimiento, cuando con el Brit Milá ingresa al Pacto Eterno con Di-s), sino también (aun de adulto) en su sentido espiritual, el servicio a Di-s, cuando el individuo debe circuncidar el "prepucio" (la cobertura) de su corazón, o sea, aquellos aspectos de su personalidad y naturaleza interior que obstruyen su vínculo con lo Divino], ya que incluso el "prepucio" espiritual más sutil, [si no es retirado,] puede evolucionar de manera progresiva y decadente hasta convertirse en algo [concretamente] burdo y áspero.
Esto explica el énfasis en la respuesta del Tzemaj Tzedek: "Cuando un judío tzadík decide a los 99 años que debe circuncidarse...".
Un individuo de "100 años", es decir, aquel que ya ha refinado los 10 poderes del alma –compuestos a su vez, cada uno de ellos, por 10 sub-poderes14– ya no tiene de qué temer; ya no tiene relación con las cuestiones mundanas [ni "prepucio" que interfiera en su relación con Di-s que precise eliminarse]. Por eso se declara [en la Mishná] que "a los 100 años es como si hubiera muerto, partido, y perdido conexión con el mundo"15.
Vista superficialmente, esta frase (de la Mishná en Pirké Avot) de que [la persona] "a los 100 años es como si hubiera muerto, partido, y perdido conexión con el mundo", requiere mayor análisis. Todas las instancias enumeradas en aquella Mishná ofrecen instrucciones relacionadas con cómo debe comportarse el judío: "A los 5 años, [debe comenzarse el estudio de] las Escrituras; a los 10, [el de] la Mishná; a los 13, las mitzvot", etc. ¿Cuál es el sentido de la instrucción "a los 100 es como si hubiera muerto, partido, y perdido conexión con el mundo"?
[Sin necesidad de buscar interpretaciones profundas,] el sentido llano de estas palabras es el siguiente: Cuando un individuo [pasó exitosamente todas las etapas de su refinación personal y] llegó a la instancia de haber refinado ya los 10 poderes del alma en su totalidad –es decir, tal como cada uno de estos se compone [por su interrelación] de 10 sub-poderes16, trabajando sobre cada uno de estos individualmente17– [en esa instancia] se convirtió en una persona de "100 años" [10 veces 10], y "es como si hubiera partido y perdido conexión con el mundo", es decir, ha dejado de tener conexión con las cuestiones mundanas y nada tiene que temer; es como si hubiera dejado de tener Iétzer HaRá18 (Inclinación al Mal).
A los "99 años", [si bien ya es considerado un tzadík,] dado que todavía falta algo del birur (la refinación y elevación) de los 10 poderes del alma en su totalidad, es necesario que se "circuncide". De lo contrario, aún persiste el riesgo de que tras múltiples procesos de evolución19 [espiritual descendente, aquello que todavía no se ha refinado] degenere en un estado de gran bajeza. ("Múltiples evoluciones descendentes" no significa que la persona se encuentre en un [plano específico de la Creación, un] "mundo", y luego descienda a otro [de nivel inferior]. Más bien, dado que el hombre es "el primero y último en la obra de Creación"20, [es decir, corporiza en sí todo lo existente en el universo creado,] cabe la posibilidad de que dentro de su propio ser sufra múltiples evoluciones descendentes, [tantas como niveles espirituales existen en toda la Creación]).
Pero cuando la persona se ve permeada por un estado de bitul (auto-negación del Yo), es decir, comprende que debe circuncidarse y reconoce que su estado espiritual no es el ideal y por lo tanto debe cambiar, éste es el primer paso para acceder a excelsos niveles espirituales: Esta anulación propia lo predispone adecuadamente para la elevación espiritual a aquellos niveles que lo hacen merecedor de la revelación de "Havaiá Se mostró a él", tal como sucedió con nuestro Patriarca Avraham tras haberse hecho el Brit Milá. [Este estado de auto-negación del Yo y de refinación y elevación de todos los poderes de su alma] transforman a la persona en "Avraham", con la letra hei adicional: Ahora es capaz de controlar todos sus sentidos, incluso aquellos que habitualmente no puede dominar.
Lo que es más, asume el control de su porción y parcela [a refinar y elevar] en este mundo21, tal como los tzadikím que, además de concretar su propia elevación personal, generan también la refinación de su porción en el mundo. Y quien domina sus sentidos también es capaz de dominar su porción en el mundo, todas aquellas cuestiones que son necesarias para servir a Di-s, sean hijos, salud o sustento22, y todas ellas de manera abundante.
En honor al cumpleaños de un amigo
Que Di-s lo bendiga con muchos años de éxitos
en lo espiritual y en lo material
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