No todos somos afortunados en recibir un llamado de alerta a tiempo en nuestras vidas. Algunos reciben el suyo justo a tiempo. Otros lo reciben pero no lo escuchan. Otros lo oyen fuerte y claro pero se niegan a prestarle atención.

El Faraón recibió el suyo en la Parashá (lectura de la Torá) de esta semana, cuando Iosef interpretó sus sueños y le aconsejó designar “un hombre sabio” para supervisar el plan macroeconómico del país. Iosef le explicó al rey de Egipto que ya que él había experimentado dos sueños y en la mitad se había despertado bruscamente, esto era una señal Divina de que debía actuar inmediatamente, acorde a la urgencia del asunto. El Faraón acepto este consejo seriamente y el resto es historia.

Cuando hablamos de la salud y bienestar físico, un poco de colesterol, la presión arterial alta o una bronquitis recurrente son las señales no-tan-sutiles de que es hora de cambiar el estilo de vida. Éstos son los llamados de alerta que el cuerpo nos envía. ¿Realmente tenemos que esperar un ataque cardíaco, Di-s no permita, para dejar de fumar, o comer menos y hacer más ejercicio? Para ello están las alertas, para ayudarnos a captar el mensaje antes de que sea demasiado tarde.

También hay alertas espirituales. Nunca olvidaré la historia de un amigo acerca de su despertar y cómo el cambio espiritual le salvo la vida. Él era un adicto al trabajo y estaba llevando su vida al extremo. De haber continuado simplemente no habría sobrevivido. Entonces decidió comenzar a cumplir Shabat. Él nunca había experimentado un día de descanso y serenidad espiritual. Y al descubrir Shabat, redescubrió su personalidad (también descubrió que podía jugar al golf el domingo en vez del sábado.).

En un corto que usé una vez en un Shabatón mostraba a una serie de profesionales y artesanos trabajando. A medida que se sumergían en sus respectivos oficios, cada uno se iba transformando en su trabajo hasta perder su propia identidad. De lunes a viernes, la cara del carpintero se convertía en un martillo, el doctor tenia cara de estetoscopio y el contador se transformaba en calculadora. En Shabat cerraban sus oficinas y volvían a sus casas a celebrar el día de descanso con sus familias. Lentamente, sus caras volvían de sus profesiones a sus personalidades. La inmersión total en su trabajo los había deshumanizado. Se habían convertido en maquinas. Ahora, gracias a Shabat, eran humanos nuevamente. Este corto causó un gran impacto.

No es fácil cambiar los hábitos inculcados. Pero Janucá, que generalmente cae durante la Parashá de esta semana, tiene un mensaje relevante al respecto. Toma un día a la vez. Uno no debe cambiar todo inmediatamente. Una vela por vez es todo lo que hace falta. La primera noche encendemos una sola vela de Janucá, en la segunda noche encendemos dos velas, y en la tercera noche tres. Agregamos un poco de luz cada día, y en poco tiempo la Menorá está completa y las ocho velas de Janucá están iluminando su entorno.

Es aceptable avanzar un día a la vez. Lo que no está bien es irse a dormir después de recibir el alerta. Tanto si es su bienestar físico o su salud espiritual, las llamadas de alerta son una valiosa señal del cielo de que es hora de cambiar de actitud, estilo de vida o prioridades. Con la ayuda de Di-s, que cada uno de nosotros oiga la llamada y actúe acorde diligentemente.