Un terrible incendio se propagó en la ciudad de Brisk, destruyendo muchas casas. Especialmente, el fuego atacó los hogares de la gente pobre. La primera noche después del incendio, Rabí Jaim de Brisk, cuyo domicilio no había sufrido ningún daño, durmió en la sinagoga junto a aquellos que quedaron sin techo.
Cuando le preguntaron por qué pernoctaba en el Shul, Rabí Jaim respondió: "No puedo dormir en mi propia cama cuando tantas familias han quedado en la calle. Dormiré aquí junto a ellos hasta que cada uno tenga su propio techo nuevamente. Si permanezco en mi hogar, ¿quién sabe cuánto tardaría la comunidad en reunir los fondos necesarios para reconstruir los hogares de las viudas, huérfanos y pobres? Pero si todos saben que yo también estoy durmiendo en la sinagoga hasta que todos los trabajos concluyan, la recaudación de la tzedaká se hará más rápidamente".
Sólo cuando la última casa fue reconstruida, Rabí Jaim regresó a su propio
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