Tengo una amiga que es fisioterapeuta especializada en niños. Quedé fascinado cuando me contó que en su opinión los bebés judíos de entornos religiosos tienen una habilidad por encima del promedio para manipular pequeños objetos; aferrándolos entre sus dedos y soltándolos cuando se les pedía. Ella reconocía que no se trataba de una habilidad innata y natural, sino que esta habilidad es consecuencia directa de la práctica que esos niños tienen de tomar monedas y ponerlas en una alcancía de caridad.
Dudo que algún científico haya alguna vez llevado a cabo un estudio comparando y contrastando niños de varios entornos y correlacionando esos resultados contra la frecuencia con que se da caridad, y no puedo encontrar nada acerca de esto en Google, pero ciertamente es interesante especular. Creemos en entrenar a nuestros hijos para que den caridad desde la infancia. Tratamos de arraigar hábitos y actitudes aun en la infancia, así, cuando sean lo suficientemente mayores para comprender lo que están haciendo, mantendrán la práctica.
Leí un artículo de alguien que describe su viaje de retorno a la tradición. Cuenta que estaba paseando con la familia religiosa que lo hospedaba una noche; los adultos inmersos en la conversación, los niños corriendo ida y vuelta. Repentinamente vieron a su hija de cuatro años apoyada en sus manos y rodillas, tomando algo del suelo. Excitado vino corriendo hacia sus padres "Miren mamá y papá, ¡encontré caridad!"
"Estaba asombrado" dijo el autor. "La niña no estaba excitada por hallar una moneda en la calle con la que podría comprar golosinas, sino porque podía dar caridad. Cuando vi cómo, aun una niña puede ser educada con esta disposición, decidí en ese lugar y momento que eso era lo que quería para mi futura familia".
Se un Árbol
La Torá describe al hombre como "el árbol de los campos". Yo, personalmente nunca comprendí la analogía. ¿Por qué un árbol entre todas las cosas? ¿Qué rasgos de carácter, experiencias de vida o pautas de crecimiento puede lograr un árbol para compararlo con nosotros?
Pero hay una comparación que da fruto: aun la más pequeña influencia en una planta mientras está en la etapa del desarrollo tiene un efecto dramático en el crecimiento futuro. Mientras que un árbol maduro puede erguirse inconmovible contra los vientos de cambio y las influencias tóxicas de la polución, una planta joven es mucho más vulnerable. Proveyéndole un estímulo positivo resultará en orgullosos, erguidos y fértiles árboles, mientras que cualquier influencia negativa, no importa cuan ligera, tendrá drásticas consecuencias sobre los futuros productos.
Podemos tener el mismo efecto sobre nuestros hijos, Proveámoslos de adecuada nutrición y ejemplos positivos y ellos crecerán, desarrollándose orgullosamente frente al futuro. Entrénenlos para que simpaticen con los otros, a dar a otros y para causas caritativas y, cuando maduren, proveerán de sombra y sustento para los necesitados.
Sin embargo, si impedimos su crecimiento, les damos malos ejemplos e inapropiadas condiciones de alimentación, ellos serán propensos a degenerar en una estéril decadencia.
A una tierna edad, aun la más ligera impresión negativa puede tener drásticas consecuencias, y nos corresponde a nosotros, los padres y guardianes, plantar y podar juiciosamente, cultivando una valiosa cosecha para futuras alegrías.
Únete a la charla