Cuando Rebeca dio a luz, el primer mellizo en salir fue Esaú, a pesar de que de hecho Jacob fue concebido primero. Ya desde muchachos pequeños Esaú era atraído por los estímulos sensuales mientras que Jacob era atraído hacia la absorción de la sabiduría y tradiciones transmitidas por Abraham e Isaac. Al comprender que él sería el representante más fiel de los ideales familiares, Jacob le ofreció cambiar el derecho del liderazgo a Esaú por una comida caliente, lo cual Esaú aceptó rápidamente. Después de esto, cuando Canaán fue afectada por una hambruna, Isaac mudó a su familia a Filistea, donde Rebeca casi fue secuestrada por el rey local. La rectitud de Isaac fue evidente para todos cuando el producto de su cosecha resultó estar milagrosamente fuera de proporción con la cantidad plantada.
El Propósito de la Riqueza
וַיִּזְרַע יִצְחָק בָּאָרֶץ הַהִוא וַיִּמְצָא בַּשָּׁנָה הַהִוא מֵאָה שְׁעָרִים וַיְבָרֲכֵהוּ ה': (בראשית כו:יב)
Isaac plantó grano en esa región ese año. Cosechó cien veces más, porque Di-s lo había bendecido. Génesis 26:12

De una lectura atenta de la narrativa de la Torá resulta claro que los patriarcas eran empresarios astutos. Sin embargo, también es claro que se ocupaban de asuntos materiales solo con el objetivo de cumplir con la voluntad de Di-s. En este caso, el verdadero objetivo de Isaac en sembrar grano era ser capaz de dar caridad a los pobres, que la Torá estipula que solo se puede dar con la producción de uno mismo. Tal como sucedió con nuestros patriarcas, cuando nuestra ocupación en la búsqueda del sustento está motivada de forma similar, somos bendecidos con éxito abrumador.1