Al llegar a Aram, en el pozo en las afueras de la ciudad, Jacob encontró a la hija de Labán, Raquel, pastoreando los rebaños de su padre. Raquel lo presentó a Labán, quien lo puso a cargo de sus rebaños. Jacob pidió casarse con Raquel a cambio de trabajar siete años para Labán. Labán estuvo de acuerdo, pero a último momento engañó a Jacob para que se case con la hermana mayor de Raquel, Lea. Labán luego permitió que Jacob se case también con Raquel, con la condición de que trabaje otros siete años. Lea dio a luz a cuatro hijos en sucesión, mientras que Raquel no tenía hijos.
El Uso Apropiado de la Envidia
וַתֵּרֶא רָחֵל כִּי לֹא יָלְדָה לְיַעֲקֹב וַתְּקַנֵּא רָחֵל בַּאֲחֹתָהּ וגו': (בראשית ל:א)
Raquel vio que no le daba hijos a Jacob; Raquel tuvo envidia de su hermana [Lea] Genesis 30:1

La envidia mezquina y destructiva nace del temor de que los éxitos de la otra persona opaquen nuestro propio valor. En cambio, Raquel atribuyó la fertilidad de Lea a la recompensa por su rectitud, y estaba por lo tanto envidiosa de las buenas acciones de su hermana. Este tipo de envidia es constructiva, dado que nos estimula a mejorar nuestras acciones. Similarmente nuestros sabios establecieron que la envidia entre los estudiosos de Torá aumenta la sabiduría. La envidia puede ser una fuerza positiva en nuestra vida cuando aprendemos a aplicarla correctamente.1