La Torá luego lista y cuenta la familia de Jacob, sus hijos y nietos, notando que en total eran setenta personas. La septuagésima y más jóven de este censo era la hija de Leví, Iojebed, a quien encontraremos más tarde como la madre de Moisés.
Poder Femenino
כָּל הַנֶּפֶשׁ לְבֵית יַעֲקֹב הַבָּאָה מִצְרַיְמָה שִׁבְעִים: (בראשית מו:כז)
Todas las almas de la casa de Jacob que vinieron a Egipto fueron 70. Genesis 46:27

Al descender al exilio egipcio, el pueblo judío comenzó el proceso de elevar y transformar las setenta naciones del mundo. El nacimiento de Iojebed, justo antes que la familia de Jacob entrara a Egipto, llevó el número de la familia de Jacob a setenta, permitiéndole así a Jacob comenzar la misión de refinar las setenta naciones.

El proceso de transformar el mundo tiene dos partes: primero debemos curar al mundo de su oposición a la santidad, y luego, debemos transformarlo en santidad. El primero corresponde al enfoque “masculino” asertivo, mientras que el último corresponde al enfoque “femenino” nutritivo.

Es por eso que los mandamientos confiados a la mujer (asegurar que la familia sea alimentada de acuerdo a las leyes de la Torá, asegurar la seguridad y calidez espiritual del hogar, ejemplificado por el encendido de las velas de Shabat, y santificar la vida marital) son todas formas de transformar los aspectos mundanos de la vida humana común en expresiones de santidad.1