Los sacerdotes vestían pantalones bajo sus túnicas, por lo que sus cuerpos no hubieran estado expuestos al altar incluso subiendo por una escalera. Sin embargo, dado que subir una escalera da la impresión de exponer el cuerpo descubierto, es más modesto usar una rampa. Si D-os nos pide que respetemos los “sentimientos” de piedras insensibles, cuanto más requiere de nosotros que respetemos los sentimientos del prójimo.
El requerimiento de mostrar respeto a las piedras del altar nos enseña a salvaguardar el honor de otras personas incluso cuando ellos no son conscientes de que se les está faltando el respeto, e incluso cuando no tenemos la intención de ofenderlos.
Resulta, entonces, que este último versículo de esta sección de la Torá resume el mensaje de la revelación de D-os en el Monte Sinaí: D-os se encuentra incluso en las cosas más mundanas. Nuestra relación con otras personas forma parte integral de nuestra relación con D-os. Y en el sentido positivo, amar al prójimo es, en realidad, amar a nuestro Creador.1
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