A pesar de que Aarón era consciente de que sería su realización de los rituales especiales del día lo que traería la presencia de D-os al Tabernáculo, e hizo todo tal como Moisés le había ordenado, no se sentía merecedor de este rol. La memoria de su rol en el incidente del Becerro de Oro aún pesaba mucho sobre él.
Aarón expresó dichos sentimientos cuando bendijo al pueblo, aplicando el texto de la bendición sacerdotal a las circunstancias únicas del día: Dijo: “Sabemos que la presencia de D-os sólo puede residir en este Tabernáculo si nos ha perdonado por el incidente del Becerro de Oro. Dado que yo desempeñé un papel central en ese incidente, el que nos perdone a todos nosotros depende de que me perdone a mí. Por lo tanto hasta que sepamos que D-os me haya perdonado, no puedo bendecir sus esfuerzos por mi mismo. Por lo tanto, apelo a D-os Mismo para que los bendiga y los proteja. Que D-os haga brillar Su rostro hacia ustedes y los agracie con Su presencia, como resultado de ser parcial hacia ustedes, perdonándolos por el pecado del Becerro de Oro, y de esa manera otorgándoles paz.”
Al igual que con todos los grandes líderes judíos, fueron los sentimientos de falta de adecuación de Aarón lo que lo hicieron realmente apto para su rol.1
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