Se nos ordena aquí regresar a D-os con todo nuestro corazón y alma, pero anteriormente se nos había ordenado amar a D-os no solamente con todo nuestro corazón y nuestra alma sino también con “toda nuestra fuerza”. ¿A qué obedece la diferencia?
Amar a D-os con “toda nuestra fuerza” significa dedicarnos a Él más allá de lo que podemos considerar como “normal”, es decir, más allá de lo que tiene sentido lógico.
Por otra parte, el arrepentimiento requiere que forjemos una relación con D-os de un orden más profundo que la que vivíamos hasta el momento. Esa relación con D-os era demasiado débil como para evitar que cometiéramos pecados y requerir el posterior arrepentimiento. Es por ello que necesitamos profundizar nuestros sentimientos hacia D-os, para que Él nos importe más que las veleidades que hemos aprendido a justificar.
Así, la Torá nos pide amar a D-os más allá de lo que pareciera “normal” a la vez que nos pide arrepentirnos de modo tal que lo que solía estar “más allá” se convierta en nuestra nueva “normalidad”. Los procesos asociados al arrepentimiento y al amor son diametralmente opuestos: el primero nos conduce más allá de nuestras limitaciones innatas, mientras que el segundo aporta trascendencia a la conciencia, por naturaleza limitada.1
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