Somos naturalmente propensos a pasar por alto nuestras propias faltas o, si las reconocemos, a justificarlas. Este versículo nos enseña que para mostrarnos nuestras propias faltas, D-os nos las muestra en otras personas. “Porque mi D-os no está conmigo,” es decir, “porque no soy suficientemente maduro como para ser sensible a mis propias faltas,” “este mal me ha caído,” es decir, “me he visto forzado a ver mi propio mal reflejado en el prójimo.”
Por lo tanto, en vez de enfocarnos en las faltas de otros, deberíamos intentar enfocarnos en sus virtudes y excusar sus defectos. No solo deberíamos centrar nuestros pensamientos en las virtudes de los demás; también deberíamos alabarlos por sus virtudes, y hablar bien de ellos con terceros. De esta forma, fomentamos el amor y el respeto mutuos.
Así como se nos alienta a inspirar a aquellos que están a nuestro alrededor a amar a D-os, también se nos alienta a inspirarlos a amar a todo judío, porque amar a nuestro prójimo judío nos lleva a amar a D-os.1
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