La otra noche conduje directamente a un poste metálico. No fue justamente un golpe ligero con el paragolpe delantero, sino una verdadera colisión a toda velocidad que me hizo aterrizar en el medio de una ruta importante, milagrosamente no sufrí daños. No, no estaba conduciendo bajo la influencia de algo, no caí dormida sobre el volante, ni patiné en el hielo, ni perdí el control del vehículo. Simplemente no vi el poste hasta que fue demasiado tarde.
Saliendo de mi carril, sin intención, llegué a la parte central, el carril de giro. Como resultado, me encontré corriendo a 90 Km. /h, sin saber que estaba en el carril incorrecto, hasta que choqué con el poste de metal que indicaba el comienzo de una franja de concreto.
Con toda honestidad, es más bien difícil no ver un alto poste metálico, aun si alguien no lo espera. Sin embargo, estaba oscuro afuera y como muchos otros, tengo una pobre visión nocturna. Si hubiera sido de día, ciertamente habría sido más fácil darse cuenta que había girado hacia el carril incorrecto y lo hubiera corregido inmediatamente.
La relación entre Galut, exilio, y Gueulá, redención, frecuentemente es comparada con la relación entre oscuridad y luz. Así como la oscuridad física está caracterizada y definida por la ausencia de luz, el exilio puede ser identificado como oscuridad espiritual creada por la ausencia de Divinidad en un estado revelado
El mundo en que vivimos está envuelto en tinieblas, caracterizadas por el ocultamiento. Las tinieblas físicas oscurecen y debilitan nuestra visión, disminuyendo significativamente uno de nuestros más delicados sentidos. Las horas nocturnas pueden ser aterradoras y desorientadoras. Objetos inofensivos parecen amenazadores y asumen propiedades vivientes. Aun la rama de un árbol moviéndose inocuamente en el viento, adopta nuevas y aterradoras dimensiones en el oscuro, sombrío campo, sin mencionar a los numerosos niños para los que los muebles de sus dormitorios de transforman en una gama completa de monstruos durante la noche e inmediatamente vuelven a ser bibliotecas, armarios, vestidores y sillas con la primera luz de la mañana.
Recientemente, mientras conducía a través de las montañas por la noche, algo me llamó la atención. Por el lado izquierdo de la ruta había una gran masa de agua con varios campos extensos pero vacíos junto a ella, deslizándose suavemente hacia arriba, formando una pendiente sobre la cual se asentaba un edificio de apariencia impresionante. Fuertes luces brillaban a intervalos regulares a lo largo de toda la estructura, formando un ángulo vertical, vigas moldeadas en forma de cono bajaban por las paredes. El centro del edificio parecía elevado, asumiendo un aire de importancia. No familiarizada con la zona, especulé acerca de lo que podría ser el misterioso edificio. Si hubiera estado en un país con una historia de monarquía, fácilmente habría asumido que era un antiguo palacio o castillo.
Poco después, nuevamente me encontré conduciendo por la misma ruta, esta vez a plena luz del día. Imaginen mi sorpresa al ver, no el magnifico palacio que había imaginado, no un antiguo castillo, ni un edificio oficial del gobierno o museo. Ahí, detrás del lago, en la cima de la colina cubierta de hierba se levantaba un imponente edificio de ladrillos rojos, rodeado de alambre de púa y pesados portones. Mi castillo no era un castillo para nada. Mi castillo era realmente una prisión de alta seguridad, aislada y alejada de la ciudad por motivos de seguridad.
Sin embargo lo que más me perturbo, no fue el pensamiento de estar tan cercana a una prisión, no el discordante contraste entre el frío y estéril edificio de la prisión y la naturaleza que la rodeaba. Lo que encontré más desconcertante fue la absoluta transformación que esa sola estructura parecía experimentar diariamente, pues no importa cuantas veces conduciría frente a la prisión en las semanas siguientes, aun seguiría imposibilitada de reconciliar mi “palacio” nocturno con la prisión diurna. Nada en su apariencia nocturna posiblemente podía sugerir la verdadera naturaleza del edificio, sin embargo la apariencia diurna no dejaba lugar a dudas de la presencia de criminales detenidos y disciplinados dentro de esas paredes de ladrillo y cercas eléctricas.
Este es el efecto que el exilio tiene sobre nosotros. La tiniebla espiritual que impregna nuestro mundo altera nuestra percepción, desafiando nuestra integridad
Esta oscuridad espiritual es la esencia misma del exilio. La palabra hebrea Galut significa ocultamiento. Durante el exilio la esencia de Di-s esta cubierta y oculta para nosotros. Si fuera revelada libremente en nuestras vidas, no tendríamos dudas, no habría desafíos, ni preguntas. La opción pura y correcta siempre sería clara e incuestionablemente obvia para nosotros. Sin embargo, durante el exilio esta claridad es retenida de nosotros.
Sin embargo, así como la oscuridad no cambia la verdadera naturaleza y composición de la prisión, simplemente altera mi percepción de ella, similarmente la pesada capa de oscuridad que es el Galut, no erradica o cambia las muchas chispas de Divinidad presentes en nuestro mundo terrenal. Simplemente hace más desafiante reconocerlas y descubrirlas. Este ocultamiento afecta nuestra visión espiritual, borrando las líneas entre bien y mal, correcto e incorrecto, poniendo sordina a las distinciones entre santo y profano, puro e impuro, a nuestra limitada comprensión.
Desafortunadamente es muy fácil ser engañado por la oscuridad, por las apariencias exteriores y las trampas externas, no dándose cuenta que a causa de nuestra limitada visión que no vemos otra cosa sino la verdad. Realmente es muy fácil hacer un giro incorrecto en la oscuridad, y sin darnos cuenta nos encontramos viajando a toda velocidad por el carril equivocado.
No obstante, ni bien uno se da cuenta que está en el camino equivocado, aun puede dar marcha atrás, retroceder sobre sus pasos y comenzar su viaje en la dirección correcta, como lo ilustra la siguiente historia.
Un angustiado padre viajó una vez hacia el Alter Rebe, Rabí Shneur Zalman de Liadi, para pedir consejo acerca de su hijo rebelde.
“Rebe” lloró “mi hijo se está apartando de todo lo que le enseñamos. Ya no se sienta a estudiar las dulces palabras de la Torá, ni sigue los mandamientos. ¡Temo que muy pronto esté completamente perdido!”
Entonces el Rebe pidió hablar directamente con el hijo. El hombre sabía que no sería fácil convencer a su hijo de que visitara al Rebe, y pasó todo el tiempo del viaje de regreso tratando montar un plan sencillo para enviar a su hijo al Rebe, y muy pronto tuvo una excelente idea. Para disgusto de él y su esposa, su díscolo hijo se había aficionado demasiado a cabalgar. El padre le pediría al muchacho que hiciera un recado en Liozna, donde vivía el Rebe, sabiendo que el joven aprovecharía la oportunidad de cabalgar hasta la ciudad. Ni bien apareciera en las calles de Liozna, los amigos del padre lo llevarían a la casa del Rebe.
El plan fue ejecutado perfectamente, y el muchacho se encontró parado ante el Rebe, bastante sorprendido.
“Dime” preguntó el Rebe amablemente “¿por qué has elegido cabalgar hasta acá en lugar de venir en carreta?”
“Para decir la verdad” respondió el jovencito “es porque amo el cabalgar, y mi caballo es un particularmente bueno. ¿Por qué no aprovecharlo?”
“¿Realmente?” Continuó el Rebe “¿Cuáles son las ventajas de tal animal?”
“Un caballo como el mío” explicó el joven “corre inusualmente rápido. Usted salta sobre su lomo, galopa por el camino, y antes de que se de cuenta, usted ha llegado a destino”.
“Esa es realmente una gran ventaja” respondió el Rebe “Pero sólo si tú estás en el camino correcto. Si tomas una dirección equivocada, sólo irás más rápido en la dirección incorrecta”.
“Aun así” replicó el joven “el caballo lo puede ayudar a volver al camino correcto más rápidamente, ni bien usted se da cuenta que está en el camino equivocado”.
“Si tú mismo te das cuenta que estás en el camino equivocado” enfatizó lentamente el Rebe “es verdad, hijo mío, si te das cuenta que te has desviado del camino correcto y si te das cuenta antes de que sea demasiado tarde, puedes retornar rápidamente”.
Las palabras del Alter Rebe, pronunciadas amorosa y deliberadamente, tuvieron el efecto deseado sobre el jovencito, quien renovó sus estudios y retornó a su familia como una persona diferente.
Que merezcamos elegir el camino correcto, a pesar de la oscuridad que nos agobia. La parte más negra y oscura de la noche es siempre unos minutos antes de que rompa el alba, bañando el horizonte con su cálido brillo. Similarmente la parte más difícil, oscura y confusa del exilio es cuando la redención es inminente y el ocultamiento será levantado, dándonos total claridad y visión perfecta.
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