Dar no es solamente una cuestión de amabilidad. El mundo gira sobre su propio eje, las galaxias y las estrellas continúan moviéndose gracias a que damos. A decir verdad, nada de lo que poseemos es realmente nuestro, sino que Di-s nos lo da para que se lo podamos dar a los demás.
Dar es una mitzvá y una responsabilidad. Y como tal, tiene su propio conjunto de normas:
La obligación:
Vas caminando por la calle y alguien te pide comida. La mitzvá dice: tienes que darle algo. Si te pide dinero, te está permitido averiguar si esa persona es de fiar. ¿Tienes el bolsillo vacío? Demuéstrale empatía, dile algunas palabras de aliento. De ningún modo puedes mostrar indiferencia y seguir caminando.
La práctica judía estándar es dar para caridad por lo menos 10% de los ingresos netos. Hay muchos volúmenes escritos respecto a lo que se considera "ingresos netos" y respecto a en qué momento pueden deducirse del diez por ciento los gastos de matrícula y demás gastos de mitzvá. Consulta a tu rabino respecto a tus inquietudes específicas.
Dado que dar es una mitzvá, esto no solo ayuda a los demás, sino que también sirve para que tú mismo te eleves. Y es por eso que tenemos una pushka (alcancía de caridad) en un lugar prominente de la casa o de la oficina. Solamente, deja caer unas cuantas monedas en la pushka cada tanto, por lo menos una vez al día.
El que recibe:
Dales tzedaká (caridad) a las personas necesitadas, a las escuelas de Torá, a las instituciones judías o a las causas humanitarias. El familiar que se encuentra en un aprieto económico tiene precedencia sobre aquel que no es familiar tuyo. Del mismo modo, las organizaciones de caridad locales tienen precedencia sobre las de otros lugares. Y los fondos de caridad de Israel tienen precedencia sobre los fondos de caridad (no locales) de la diáspora.
El resultado final:
No hay ninguna otra mitzvá que evoque una reacción divina tan poderosa como la tzedaká. Y la verdad es que esto tiene sentido: tú ayudas a los demás y Di-s te ayuda a ti. Nuestros sabios enseñaron que la tzedaká trae expiación y protege contra los duros decretos celestiales.
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