En la primavera de 1967, mientras las capitales árabes desfilaban sus armas y hablaban abiertamente sobre las intenciones de invadir la tierra de Israel y arrojar a sus habitantes al mar, un gran pánico envolvió la tierra. Los medios de comunicación eran casi unánimes en su opinión de que Israel estaba desbordado, superado en armamento por sus enemigos y con muy pocas posibilidades de supervivencia. Era obvio que el mundo se iba a hacer a un lado e iba a dejar que sucediera lo peor.
El Rebe se destacó entre todas las voces como una voz confiable y estimulante. "No duerme ni dormita el Guardián de Israel", dijo, citando las palabras eternas de los Salmos, Di-s vela por su pueblo donde quiera que esté, sobre todo si está en la Tierra Santa.
El 5 de junio de 1967, Israel lanzó la Operación Foco que consistía en una serie de ataques a primera hora de la mañana contra las bases aéreas egipcias. Seis días más tarde, el mundo se sorprendió al ver la victoria rápida y audaz.
En el transcurso de una semana vertiginosa, Israel derrotó a cinco ejércitos en tres frentes y liberó territorios de la tierra prometida que cubrían un área mayor que la de su propio tamaño.
El Rebe vio el corazón de su nación abriéndose. Era un momento bíblico, una oportunidad de proporciones cósmicas, y el Rebe urgió a los líderes a que respondan. Hablen sobre el retorno a las tradiciones, y ellos escucharán. Pídanles que se pongan los tefilín y, seguramente, se van a arremangar. El Rebe quería que la Guerra de los Seis Días fuese una victoria judía.
"Los ojos de Di-s siempre reposan sobre ella [la Tierra] desde el comienzo del año hasta el final del año" (Deuteronomio 11: 12). El Rebe vio esta declaración divina como la última garantía de la seguridad física de Israel.
Se mostró igualmente preocupado por el estado espiritual de Israel. Esta es la tierra conocida como la "Tierra Santa" por todos los pueblos del mundo, el Rebe nos ha recordado. Ciertamente, nosotros, a quienes la tierra les ha sido confiada, debemos preservar y cultivar su santidad.
El Rebe estaba en constante comunicación con el gobierno israelí y los líderes militares sobre cuestiones de seguridad y protección.
Cada vez que el tema de la "tierra de los tratados de paz" salía a la luz, el Rebe, al igual que hacía con todos los otros asuntos, se guiaba por la Torá. Así, encontró que la Torá dice claramente que el ceder territorios al enemigo a cambio de una promesa de paz, no traería paz sino más guerra y derramamiento de sangre.
La paz y la seguridad de Israel, insistió el Rebe, repetidas veces solo pueden ser alcanzadas desde una postura de fuerza y confianza. Cualquier señal de debilidad o duda sobre nosotros mismos solo va a alentar a los adversarios de Israel para realizar acciones violentas y para el terrorismo.
La gran preocupación del Rebe y su participación íntima con la Tierra Santa, tanto personal como a través de sus miles de seguidores y cientos de instituciones allí son legendarias. El pueblo de Israel respondió de la manera esperada. Su retrato puede ser visto en bases del ejército y puestos de falafel desde Eilat hasta Metula, y muchos, desde la gente común en la calle hasta primeros ministros y generales del ejército, se dirigieron a él para pedir su bendición y consejo.
Dijo Rabí Itzjak: La Torá debería haber comenzado con "Este mes será para vosotros. . . "(Éxodo 12:2), que es la primera mitzvá encomendada al pueblo de Israel. ¿Por qué, entonces, comienza con "En el principio [Di-s creó los cielos y la tierra]"?. . . Porque si las naciones del mundo le dicen a Israel: "Ustedes son ladrones por haber conquistado la tierra de las siete naciones", les responderán a ellos: "El mundo entero es de Di-s, Él lo creó y Él se lo otorga a quien quiere. Fue la voluntad de Di-s dársela a ellos y fue su voluntad tomarla de ellos y dárnosla a nosotros."
Comentario de Rashi sobre Génesis 1:1 —repetidamente citado por el Rebe como la fundamental y única respuesta a los desafíos respecto al derecho del pueblo judío a la tierra de Israel.
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