“Lo cosa más sencilla es esconderse del mundo y sus locuras, recluirse en una habitación y ser un ermitaño consagrado.

Lo que la Torá desea, sin embrago, es que una persona sea parte y participe de “toda la congregación de los hijos de Israel”, y ser santo.”

-Rabí Moshe Alshij

Cuando el pueblo judío salió de Egipto, dejaron de ser esclavos del faraón y por definición quedaron “libres”. ¿Pero, de qué se trata la verdadera libertad?

El faraón egipcio era considerado una deidad.

Él podía esclavizar a una nación, decretar un genocidio, actuar sin ninguna razón, no le debía dar respuestas a nadie.

Al ser “libre” y poder actuar con impunidad, Faraón trajo muerte y destrucción a su país.

Entonces, si de eso se trata la “libertad”, ¿Qué sentido tiene ser libre?

Debe tener un significado más profundo y significativo.

Un nuevo paradigma de libertad

Al liberar al pueblo judío de la esclavitud, Di-s nos dio una lección de lo que significa la verdadera libertad.

El tipo de libertad que Di-s propuso que abrazáramos, era un cierto tipo distinto de libertad, la libertad “congruente”.

Ser congruente significa que las acciones llevadas a cabo hacia exterior son consistentes con los valores de tu interior.

Esencialmente, significa ser autentico y verdadero a ti mismo.

La pregunta que nos surge, sin embargo, al observar el ejemplo del faraón, quién era malvado por dentro y por fuera, es: ¿Qué tipo de ser somos? ¿Y qué tipo de persona queremos expresar auténticamente?

Habiendo sido esclavizados por 200 años en Egipto.

¿Cómo podía el recién liberado judío saber quién era él realmente?

¿Cómo podía entender sus capacidades y su potencial una persona recién salida de una profunda esclavitud? Mucho menos como poder desarrollarlo y llevarlo a cabo.

La palabra hebrea para Egipto es “Mitzraim” que significa “constricción” o “estrechez”.

Pasar de estar sumidos en Egipto a deambular por el desierto, era pasar abruptamente de un lugar con estrictas fronteras y limitaciones, a un lugar sin fronteras ni límites.

Para evitar el caos de la anarquía total, del pánico interno generado por pasar a un estado de libertinaje y falta de límites, Di-s nos enseñó de qué se trata ser un ser humano verdaderamente libre y tomar las riendas del autocontrol.

Uno de los temas principales que trata la Perasha pasada, es sobre las relaciones íntimas prohibidas.

Previamente a eso, la Torá habla de las restricciones en la manera de hablar y comunicarnos, que es lo que sale de tu boca.

Anterior a eso, eran las leyes de los animales Casher, cuales estaban permitidos para comer y cuáles no, que es lo que entra a tu boca.

Leyes, decretos y más leyes. Parece ser que no hay ni una parte de nuestra vida que esta librada al azar y no este gobernada por la ley de la Torá.

En nuestras relaciones, comportamientos, incluso en nuestro propio cuerpo.

Esto es porque el judaísmo es una religión de adentro hacia fuera.

¿Pero esto no es de alguna manera otro tipo de esclavitud?

A fin de cuentas, cuando éramos esclavos en Egipto, el faraón controlaba cada aspecto de nuestras vidas.

La diferencia está en que el objetivo del faraón era destruirnos, humillarnos, dominarnos.

En contraste, Di-s, desea construirnos, hacernos crecer, madurar, cultivar nuestro carácter para que descubramos nuestro verdadero yo, quienes somos realmente, gente consagrada.

La libertad de ser sagrado

Para nosotros Kedoshim (santo), el título de la Perasha de esta semana, significa que tenemos que ser “íntegros”.

Tenemos que ser congruentes. Tenemos que ser sagrados de adentro hacia afuera.

Al gobernar la infinidad de aspectos de nuestras vidas, Di-s nos está enseñando que el judaísmo no está compartimentado, sino que es una experiencia holística integral de ser.

Por lo tanto, no tenemos “la libertad” de decir: “Esto es para Di-s, pero esto otro no” no podemos decir “Antes estaba en la hora de Di-s, ahora es mi tiempo”.

Tampoco podemos decir “Lo que yo haga o diga acá tiene valor pero allá no lo tiene”.

Tanto si ordena como comemos, como hablamos, como manejamos nuestros negocios, como tratamos a los demás, como conducimos nuestras relaciones íntimas, etc…. Todo eso importa.

En un tipo de vida holística e integral, cada detalle debe importar.

Y por lo tanto, podemos mirar cada ley que Di-s nos da como otra oportunidad de refinamiento, otra senda justa y puente de conexión, para ayudar a cerrar la brecha entre el ser exterior y el yo interior que representa nuestra verdadera esencia Divina.

Cuando nos sacaron de Egipto nos dieron el obsequio de la libertad. Permanecer libres, sin embargo, es otra historia.

Permanecer libres significa abrazar la libertad como una responsabilidad, de estar comprometido, integrado y devoto, en otras palabras, ser congruente.

Cuando logramos hacer eso, nada ni nadie puede esclavizarnos de nuevo.

Y esto es lo que libertad –verdadera libertad- realmente es.

Para reflexionar

1. ¿Puedes pensar un momento en tu vida que bajo la excusa de estar usando tu derecho a ser libre, estabas realmente huyendo de una responsabilidad?

¿En retrospectiva, fue algo sano para ti? ¿Qué lecciones aprendiste, y descubriste que terminaste creando más limitaciones a partir de este sentimiento de libertad?

2. ¿Cómo podrías aplicar santidad en tu vida? Piensa en tus pensamientos, palabras, acciones y relaciones y escribe cinco cosas que puedes implementar en aquellas áreas para mejorarlas y edificarte.

3. ¿En qué modos te sientes esclavizado y a que eres esclavo en tu vida? ¿Cómo puedes romper cadenas y liberarte de aquello que te oprime, y como se vería tu vida cuando no estés bajo su control y dominio?