“Recuerda que, en un salón de oscuridad perfecta, si enciendes una pequeña vela, su preciosa luz será vista desde lejos, por todos”.
— El Rebe de Lubavitch a Benjamín Netanyahu sobre su trabajo en las Naciones Unidas.
Lev Furman nació en Leningrado, ahora S. Petersburgo, en 1947. Su padre, Mijaíl, era un oficial naval soviético y su madre, Bella, una enfermera. A pesar de las prohibiciones soviéticas, Lev tuvo su brit milá, circuncisión, a los ocho días de edad, como lo exige la ley judía. Cuando Lev tenía 12 años, su padre encontró un maestro, un jasid de Jabad llamado Avraham Abu, para enseñarle a su hijo las ideas judías básicas. Esta fue una decisión muy peligrosa, ya que se consideraba una postura contra el gobierno comunista, que prohibía cualquier observancia religiosa. Estas lecciones secretas duraron unos meses antes de que Lev cumpliera 13 años.
Lev experimentó un séder de Pésaj en 1970. Si bien esta no fue una celebración totalmente kósher, fue un símbolo de esperanza y libertad. En 1973, tras la liberación de Lev de su año obligatorio de servicio militar, la familia Furman solicitó visas de salida para emigrar a Israel. Desafortunadamente, su solicitud fue denegada, y la familia se hizo conocida como refúseniks (personas a las que se les negó el permiso para salir de la URSS). Ser un refúsenik era una cadena perpetua no oficial en la Unión Soviética; significaba perder empleos y ser considerado un paria social por los soviéticos. Desesperado por lograr una vida para la familia, Lev, un ingeniero, encontró un trabajo como stoker (quemador de carbón), en el cual ningún trabajador calificado estaba interesado.
Lev no se desanimó por su pésimo empleo y pasó su tiempo libre aprendiendo hebreo, llegando a ser maestro. También se involucró activamente con otros refúseniks,compartiendo información y recibiendo paquetes secretos de artículos religiosos de Israel, Europa y los Estados Unidos. Tales paquetes incluían libros de oración, libros de texto hebreos, literatura sobre Israel y artículos religiosos.
En 1974, la vida de Lev cambió para siempre cuando conoció a un compañero refúsenik, Itzjak Kogan, más tarde conocido como el “tzadik (‘persona justa’) de Leningrado”.
Itzjak provenía de una familia observante. Su abuelo materno, Iosef Tamarkin, era cercano al sexto Rebe de Lubavitch, el rabino Iosef Itzjak Schneersohn, e Itzjak estaba conectado con el Rebe, el rabino Menajem Mendel Schneerson. Lev e Itzjak se hicieron amigos íntimos, y la familia Kogan introdujo a Lev en su estilo de vida judío y tradiciones religiosas, que en la Unión Soviética eran una rareza. Alrededor de ese tiempo, Lev recibió su primer talit como regalo de Occidente, junto con una revista llamada Vozrazdenie, “Resurgimiento”. Lev a menudo puso en peligro su propia seguridad, ansioso por ayudar a Itzjak y su esposa Sofa con su trabajo en representación de los judíos soviéticos.
Mientras luchaba por su libertad, Lev viajó a las principales ciudades soviéticas, enseñando el judaísmo a la juventud judía del país. En 1976, participó en un shpiel (recital) de Purim, interpretando el papel de Amán. Él y otros refúseniks se fueron de gira, viajando de Leningrado a Moscú para la presentación.
En 1977, el padre de Lev fue arrestado por apoyar el desafío de su hijo al régimen soviético y encarcelado durante diez días. El propio Lev fue arrestado tres meses más tarde y encarcelado por un período de quince días. Después de su liberación, continuó enseñando hebreo y ayudando a Itzjak Kogan con su trabajo.
En 1978, Lev se unió a la familia Kogan y a otros 50 invitados para su primer séder kósher real. Dos años más tarde, Lev comenzó a cumplir la dieta kósher y a observar Shabat. Este fue un compromiso muy desafiante en la Unión Soviética. Los judíos no tenían carne kósher en Leningrado hasta que Itzjak aprendió a hacer shejitá,faenamiento kósher, y más tarde se convirtió en un shojet para toda la Unión Soviética.
Los años 1983 y 1984 fueron particularmente desafiantes para Lev con muchos enfrentamientos con la KGB y la policía soviética. Lev a menudo era seguido y acosado por incidentes menores. Por ejemplo, un día un policía apareció repentinamente cuando Lev cruzó una calle en un semáforo en rojo. Por lo general, se exigía a dos testigos para que se produjera un arresto. De repente, los testigos aparecieron de la nada, claramente estratégicamente plantados para ofrecer testimonio. Muchas situaciones similares fueron puestas en escena para hacer la vida particularmente difícil para la familia Furman.
Allanamientos fueron hechos a menudo por los agentes de la KGB. Lev recuerda que “Mamá tenía un corazón débil. Estaba completamente abrumada por estos desafíos de nuestra lucha por la libertad. Un día, la policía vino con una orden de registro y mamá no pudo levantarse de su cama. Estaba tan enferma. Fue horrible”.
Lev recuerda cómo un día Itzjak preguntó si Lev era un primogénito. Se sorprendió por esta investigación, pero Itzjak explicó que hay un ritual llamado “redención del primogénito” o pidión haben. A través de esta mitzvá, un primogénito judío es “redimido” por un sacerdote 30 días después de nacer. Itzjak insistió en que Lev debía someterse a la ceremonia de pidión haben a pesar de su edad, explicando a Lev que él mismo era un cohén y así podía realizar este ritual. Todo lo que era necesario era un artículo de plata, así que Lev trajo una cuchara de plata vieja para esta ocasión. Lev todavía no podía comprender completamente el resultado milagroso de esa ceremonia. Justo después de que participó en él, los enfrentamientos, búsquedas y arrestos se detuvieron.
“La familia Kogan me enseñó mucho sobre mi herencia”, dice Lev. “Me alegró mucho cuando, en 1987, su familia finalmente recibió visas para emigrar a Israel. Justo antes de su partida, conocí a mi esposa, Marina, en una fiesta de despedida de compañeros refúseniks quienes finalmente recibieron sus visas de salida.
“Nos casamos dos meses después bajo una jupá. Marina era originaria de Kiev. Había sido refúsenik desde 1979. Su historia era mucho más complicada que la mía, porque no sólo estaba emocionalmente atormentada, sino que sufrió enfrentamientos físicos durante cinco años antes de que nos conociéramos. Justo antes de nuestro encuentro inicial, Marina escribió una carta explicando todo el abuso que ella y su madre sufrieron desde que solicitaron emigrar a Israel. Usé mis conexiones con el Occidente y envié el relato a Inglaterra, donde fue transmitido por la BBC. Después de ese acto internacional de desafío, nuestra situación se volvió aún más peligrosa.
“Cuando Marina estaba embarazada, los agentes de la KGB nos hicieron conscientes de que, si no renunciábamos a nuestra lucha, ni Marina ni nuestro futuro hijo sobrevivirían al trabajo de parto. Contratamos a un médico, tratando de prevenir cualquier “accidente”, pero cuando, el 6 de marzo de 1987, mi esposa entró en trabajo de parto, este médico nunca llegó a trabajar. Todavía estoy en shock por los acontecimientos de ese día. Más tarde, me enteré de que mientras Marina estaba en trabajo de parto, alguien le inyectó un medicamento desconocido. Ella recuerda haber estado “flotando”. Este pudo haber sido el final, sin embargo, Di-s intervino en favor nuestro, y un jefe de departamento del hospital, que desconocía el complot de la KGB, entró milagrosamente en su habitación después de escuchar sus gritos y finalmente salvó las dos vidas. Dado que no se permitían visitantes, incluidos los maridos, en los hospitales maternos soviéticos, me enteré de este incidente a través de una breve conversación telefónica con Marina. Decir que estaba horrorizado era un eufemismo.
“Ese día, le escribí un mensaje a mi esposa en la pared justo enfrente de su ventana: ‘Marina, eres mi héroe’”.
“Años más tarde, intentamos encontrar a este médico para agradecerle por lo que hizo, pero, desafortunadamente, fue despedido inmediatamente después del incidente, y nunca tuvimos la oportunidad de verlo de nuevo. Nombramos a nuestra niña Aliá, esperando que fuera un testamento viviente de la fuerza del pueblo judío. El gobierno soviético no quería registrar este nombre, una vez más protestamos y continuamos nuestra lucha por la libertad”.
En 1987, durante la manifestación “Deja a mi pueblo salir” en Washington, D.C., los Furman se unieron a medio millón de manifestantes al otro lado del océano en la Plaza del Palacio, el sitio de la Revolución Bolchevique de 1917, donde los Furman levantaron sus carteles hechos a mano protestando por su estatus de refúseniks. Como era de esperar, habían sido seguidos por agentes de la KGB y fueron inmediatamente arrestados, junto con su hija pequeña.
En la comisaría, Marina y Lev se separaron de su bebé, y la oyeron gritar en otra habitación. Lev fue encarcelado durante diez días y puesto en libertad el primer día de Janucá. En el último día de la festividad, los Furman experimentaron un milagro de Janucá: ¡Recibieron sus visas de salida para finalmente emigrar a Israel!
Aterrizaron en Israel el Día de la Independencia del país, viendo fuegos artificiales desde el avión. Para ellos, era su Día de la Independencia.
La familia Furman fue recibida por muchos refúseniks y amigos de todo el mundo. Fue particularmente significativo y alegre para Lev reunirse con Itzjak Kogan.
Sofa Kogan le dio un consejo sencillo a Marina: “En la Unión Soviética, aprendiste a sobrevivir. Aquí en Israel, tienes que aprender a vivir”.
Los Furman a menudo piensan en estas palabras profundas. La vida continuó, y en 1994, la familia dio la bienvenida a su segunda hija, Mijal, llamada así por el padre de Lev. Lev encontró un trabajo como profesor de hebreo, trabajando con nuevos inmigrantes. Marina trabajó para el United Jewish Appeal (UJA), convirtiéndose finalmente en la oradora principal de la organización, viajando por el mundo y abogando por la Tierra de Israel.
Itzjak Kogan continuó su trabajo en nombre del pueblo judío. Siguió la guía del Rebe de Lubavitch y se le dio la tarea de evacuar a los niños judíos de Chernóbil, después de la explosión nuclear. Itzjak facilitó el dramático transporte aéreo de niños judíos desde la zona de peligro hasta Israel.
Finalmente, la familia Kogan regresó a la antigua Unión Soviética bajo la dirección del Rebe para reconstruir el judaísmo después de la caída del comunismo. Fueron enviados a Moscú, donde Itzjak se convirtió en el rabino jefe en la sinagoga Bolshaya Bronnaya, en Moscú.
En 2001, Lev y Marina visitaron Leningrado, ahora S. Petersburgo, por primera vez desde su inmigración. En un encuentro emotivo, Lev visitó a Itzjak en Moscú. Mientras que las calles y los alrededores se veían iguales, los dos amigos se encontraron en una realidad completamente diferente. Ya no eran prisioneros del comunismo. Habían ganado su batalla, al igual que los Macabeos en la historia de Janucá. Que su legado sea una bendición para nuestra Nación.
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