Todo comenzó con un joven llamado Marcos, director de la colonia judía de Basavilbaso en la Provincia de Entre Ríos, Argentina.
Marcos recibió una llamada telefónica de una señora solicitando que le organice y acompañara a un paseo por Basavilbaso, inicialmente él se excusó, diciendo que por el momento no podía ocuparse de su petición, pero, ante la insistencia de la señora, accedió. La señora y su esposo resultaron ser judíos observantes, Marcos les preparó un tour fascinante y ambos se fueron muy agradecidos.
Pasaron varios meses, Marcos conoció a una joven y comenzaron a salir. En el curso de sus conversaciones él le contó que no tenía el Brit Milá y que su abuelo siempre le había pedido que se lo haga. Al escuchar eso, ella comenzó a insistirle también sobre el tema.
Fue así como Marcos se convenció de la importancia de hacerse la Milá. El hermano de su novia, Marc, había estudiado en una Yeshivá en Israel, y ahí había conocido al rabino Mendel Lipinski. Por petición de Marcos, él contactó al rabino para pedirle su recomendación, y este le sugirió al Mohel Kache, uno de los Mohalim más destacados de Argentina.
Cuando fijaron la cita para el procedimiento, Marc acompañó a Marcos a casa del Mohel y se sorprendieron al ver las personas que se encontraban presentes, entre ellas, estaba el rabino Lipinski, pero, una señora miraba fijamente a Marcos y le dijo: ¡tú eres Marcos!, él respondió afirmativamente y la señora le recordó que hacía unos seis meses habían realizado un paseo en Basavilbaso organizado por él.
Ella y su esposo no tenían hijos y ambos decidieron participar en un Brit Milá especial, el esposo fue el Sandak, era una ocasión propicia en que podía pedirle, una vez más, a Hashem la oportunidad y el mérito de tener hijos; cuando finalizó la ceremonia el rabino le preguntó a Marcos el motivo por el cual se había circuncidado; él respondió, en honor a su abuelo materno que siempre le había insistido en que debía hacerlo.
Al escuchar la respuesta y para sorpresa de todos, el Sandak le dijo, ¡quiero que sepas que yo conocí a tu abuelo! hace muchos años él me ayudó a construir mí primera Sucá.
Para Reflexionar
Esta historia nos demuestra el poder eterno de una Mitzvá. A veces pensamos que una Mitzvá es un acto simple, sin mayor alcance. Sin embargo, este relato nos recuerda la fuerza imperecedera que ese acto posee y el modo en que impacta de generación en generación.
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