La costumbre es que el rabino Aaron Laine, rabino principal de la congregación Beth-El, oficia en las ceremonias religiosas del exterior; considerando, que había dos matrimonios programados el mismo día, el rabino Laine debía asistir a uno y yo tuve que viajar para oficiar en el otro, a mí me asignaron la boda que se realizaría, el domingo, en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia.
Mi hermano menor, Daniel, tenía 14 años y ya había iniciado su proceso de Teshuvá. Era habitual verlo participar de las actividades religiosas organizadas por Beit Jabad de Montevideo.
Recordé haber visto una propaganda de una casa en alquiler y pensé en ir a verla, puesto que estábamos buscando un lugar para instalar una nueva sede, el anuncio no decía la dirección exacta, sin embargo, basándome en la foto, vislumbré en qué calle podría estar.
Judith Faingerch nos relata cómo regresó a sus raíces judías; en diciembre de 1998, estaba planificando mis vacaciones, y de pronto me telefoneó mi hermano, me contó sobre la planificación de un viaje a Nueva York para jóvenes de la colectividad judía, comencé a averiguar en qué consistía, porque, yo había conversado con una amiga no judía para que fuéramos a Nueva York.
Esta historia comienza un 13 de julio de 2005 cuando viajamos a la ciudad de Los Ángeles con veinte niños, cuatro Madrijim, el rabino Gabriel Benayon y yo, rabino Aaron Laine.
El docente aceptó la propuesta, advirtiendo al rabino, que no se decepcionara si la presencia de los alumnos no satisfacía su expectativa. El rabino respondió: aun cuando la asistencia sea de un niño, para mí habrá valido la pena, si es el máximo potencial que hay en la escuela.
Un día recibí una llamada telefónica de un joven que estaba en Israel para contarme que su abuelo había fallecido en Uruguay y antes de fallecer había dejado en su testamento las instrucciones de que lo cremaran.
¡¿Cómo?! preguntó el guardia, incrédulo, ¿usted se va a ir sin su documento de identificación? ¿Y si en el camino algún policía le solicita que se identifique, qué va a hacer?
¡¿Cómo?! preguntó el guardia, incrédulo, ¿usted se va a ir sin su documento de identificación? ¿Y si en el camino algún policía le solicita que se identifique, qué va a hacer?
En nuestra comunidad vive un joven llamado Gastón, que hace bastante tiempo participa de las actividades que organizo, él tiene varios departamentos en alquiler en la ciudad de Miami, y hace algún tiempo me comentó acerca de un problema que lo inquietaba; el supervisor es un gentil llamado Orlando, y por alguna razón, siempre se las ingenia para complicarle las cosas.
Uno de mis hijos me dijo: papá, ahora tenemos que preparar una sinagoga.
Cuando llegamos a la casa, nos pusimos a desempacar y a organizar nuestras cosas; luego procedimos a designar las habitaciones. Una vez que todo estuvo organizado, uno de mis hijos me dijo: papá, ahora tenemos que preparar una sinagoga.
El oficial escuchó mi respuesta y sin poder controlarse exclamó: rabino, ¿me puede regalar su libro?
La siguiente anécdota sucedió cuando me preparaba para regresar a Panamá. Había viajado a Barranquilla, Colombia, como rabino invitado para dictar una serie de conferencias a lo largo del fin de semana
Cuando recibí ese dólar, sentí el abrazo del Rebe diciéndome, “¡No estás solo!”. Realmente percibí su protección, a partir de ese momento, todos los problemas comenzaron a solucionarse. Estoy totalmente convencido que el Rebe me envió ese dólar para fortalecerme cuando más lo necesitaba.
Mientras fluía nuestra conversación el periodista nos comunicó que su ascendencia era judía
Nos quedamos atónitos al escuchar la noticia y le preguntamos a qué se refería al indicarnos que él era de ascendencia judía. Nos reveló que su abuela materna era judía.