Un Auténtico León

Esta historia inicia en Simjat Torá del año 2014. El rabino Mendy Shemtov estaba participando de las Hakafot junto a los miembros de su comunidad.

En Beit Jabad, la costumbre es que cada vez que se elige a una persona para decir un versículo de Atá Oreita en voz alta, este dice Lejaim y se compromete a cumplir una Mitzvá para el nuevo año. El 3 de Tamuz de ese año, se cumplían veinte años de la desaparición física del Rebe de Lubavitch, por tal motivo, el rabino Shemtov se comprometió a colocarle los Tefilin a veinte judíos por semana; con esta decisión quería honrar el legado del Rebe.

Así cuenta el rabino Mendy Shemtov: Pasaron días y un domingo a la mañana, camino a Beit Jabad, me acordé del compromiso que había adquirido en Simjat Torá y pensé que sería oportuno llevar los Tefilin, por si me encontraba con algún judío en el camino. Tuve mis dudas… aquí en Uruguay es raro que un judío permita colocarse los Tefilin en la calle…, pero, decidí llevarlos.

Camino a Beit Jabad, recordé haber visto una propaganda de una casa en alquiler y pensé en ir a verla, puesto que estábamos buscando un lugar para instalar una nueva sede, el anuncio no decía la dirección exacta, sin embargo, basándome en la foto, vislumbré en qué calle podría estar.

Por algún motivo giré en la calle equivocada y retorné hacia Beit Jabad, entonces un miembro de la comunidad, que asistía a mis Shiurim, se cruzó en mi camino acompañado de algunas personas que nunca había visto.

Le ofrecí ponerse los Tefilin, pero me acordé que cuando asiste a mis Shiurim, a veces se niega, enseguida reflexioné y pensé que estando en plena calle no lograría mi objetivo.

Me acerqué a un hombre mayor que estaba en silla de ruedas, supuse que era su padre, y le pregunté: señor, ¿le gustaría colocarse los Tefilin? El anciano me miró y respondió sin vacilar, ¡Sí! Al escuchar su respuesta quedé anonadado, no podía creer que un hombre mayor, en las calles de Uruguay, estuviera dispuesto a ponerse los Tefilin.

El anciano se arremangó la camisa y procedí a colocarle los Tefilin, dijo la bendición conmigo, repitió el Shemá, y luego un miembro de su familia tomó una fotografía, le di una bendición y nos despedimos.

Pasaron un par de meses y de repente recibí una llamada de la nuera, contándome que su suegro había fallecido, y me preguntó si podría pronunciar unas palabras, en honor del difunto, en el cementerio.

De inmediato acepté, a pesar de que no conocía bien al señor, el único contacto con él, había sido el día que se colocó los Tefilin, lepregunté a la nuera cómo se llamaba y me respondió, León.

Llegó el momento de dar mi discurso y dije: “El nombre de este señor era León, y eso es lo que él fue, un verdadero león. El Shuljan Aruj proclama que el judío debe ser “Fuerte como el león para cumplir la voluntad de su Padre Celestial”. León una mañana en la calle de Pocitos, se colocó los Tefilin delante de las personas que estaban allí y de los transeúntes que pasaban, sin importarle en el qué dirán, porque él era un auténtico León. Hoy nos despedimos de un gran león.

La familia estaba muy agradecida y conmovida con mis palabras. Cuando estaba saliendo, su nuera se me acercó para mostrarme su imagen de perfil en Facebook. Era la foto de su suegro que le habían sacado aquella mañana en que se colocó los Tefilin en la calle, y abajo decía: “Se nos fue un León de la vida”.

El siguiente Shabat, estabasentado a la mesa con el hijo de León (Z”L), y de pronto me dijo: rabino, quiero contarle algo, esa mañana, fue la primera y única vez que mi padre se puso los Tefilin en su vida. ¿Cómo puede ser eso?, pregunté sorprendido; mi padre nos educó de un modo totalmente secular, ni siquiera hicimos el Bar Mitzvá cuando cumplimos los trece años. Por eso, estoy seguro, que esa fue la única vez en su vida que se colocó los Tefilin.

En ese momento me di cuenta cómo un pequeño esfuerzo, puede marcar toda la diferencia.

Para Reflexionar

Esta conmovedora historia es un claro ejemplo de lo que decimos en el rezo de la Amidá, “veal niseja shebejol yom imanu”, “y por Tus milagros que cada día nos acompañan”.

Cada experiencia es un milagro, a veces logramos verlos, pero, la mayoría de las veces, pasan desapercibidos.

La decisión del rabino, de llevar los Tefilin, logró, que un anciano judío, se los colocara por una vez en su vida. El orgullo judío de su familia se fortaleció inmensamente con esa Mitzvá, alterando posiblemente el curso de sus vidas para siempre.

El Rebe nos dijo: “Si sabes la letra Alef, enséñala”. En un mundo lleno de confusión, aquellos que tienen la capacidad de encender una luz, tienen la obligación de hacerlo, y esta historia nos muestra cómo un simple acto de amor, puede marcar el destino de toda una familia.