La vida está llena de pruebas y desafíos. Nadie escapa de esto.
La pregunta es: ¿Por qué? ¿Cuál es la finalidad de todas estas pruebas? ¿Hay alguna forma de prepararse para ellas? ¿Y cuál es el criterio para "superarlas"? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en el propio lenguaje que utilizamos para elaborarlas y considerarlas.
Una prueba o ensayo suele entenderse como un medio para determinar el estado de desarrollo que alguien o algo ha alcanzado antes de realizarlo. Esto puede deducirse de la etimología de las propias palabras. La palabra "prueba" viene del latín probandum, entre cuyos significados se encuentran "experimentar" y "dar fe de algo". Similarmente, "desafío" significa retirar la confianza a algo o a alguien y someterlo a un acto para que demuestre sus cualidades. En ambos casos, el sujeto u objeto sometido a prueba es considerado con un grado necesario de duda. La prueba o ensayo es el mecanismo a través del cual una parte externa verifica la integridad o agudeza de lo que se pone a prueba.
En el judaísmo, sin embargo, una prueba no tiene por objeto evaluar o establecer las cualidades actuales de la persona que se somete a la prueba, sino más bien suscitar y evocar las fuerzas latentes y los talentos únicos que yacen en su interior.
En particular, la Torá1 nos dice que Di-s puso a prueba a Abraham. Nuestros Sabios2 enumeraron diez pruebas Divinamente orquestadas a las que se enfrentó nuestro patriarca. La primera3 fue cuando Nimrod le obligó a elegir entre renunciar a su creencia en el único Di-s Todopoderoso o ser arrojado a un horno de fuego. La décima y última prueba fue la instrucción de Di-s de atar a su hijo Itzjak sobre un altar.
¿Cuál era el propósito de tal serie de incesantes desafíos espirituales?
En este sentido, el Zohar4 pregunta: “Si Di-s es omnisciente, ¿por qué necesitaba probar a Abraham?" ¿No sabía ya Di-s el resultado? La respuesta es que Di-s probó a Abraham para darle la oportunidad de activar los potenciales latentes de valentía y compromiso que Di-s sabía que ya existían en él.
En otras palabras, estas diez pruebas no eran para que Di-s viera cuán fiel era Abraham; eran para que Abraham materializara las profundidades de su propio potencial espiritual.
Apropiadamente, la palabra hebrea para desafío o prueba, nisaión, tiene su origen en la palabra nes, que significa “elevar”. Como explica el Zohar: “Di-s prueba a los justos sólo para elevarlos a la grandeza”. Pero para que tal elevación ocurra, debemos elevarnos por encima de nuestro miedo natural y aversión a los desafíos, a lo que alude la palabra relacionada lanus, que significa huir.
El judaísmo nos enseña a enfrentar nuestros retos en lugar de huir de ellos, porque nuestras pruebas y tribulaciones personales y colectivas están diseñadas para ayudarnos a desbloquear energías y habilidades hasta ahora inexploradas, capacitándonos para superar nuestras propias expectativas sobre nuestras capacidades. Esta toma de conciencia es en sí misma parte integral del proceso de desbloqueo del potencial infinito que se esconde en nuestro interior.
Por desalentadoras que parezcan a menudo nuestras luchas, no deben prevalecer las actitudes derrotistas. Di-s nunca está contra ti. De hecho, según el punto de vista judío, cualquier prueba que experimentes no es una expresión de la duda de Di-s sobre tu capacidad, sino de Su fe en tu capacidad.
Como enseña conmovedoramente el Talmud:5 "Di-s no hace demandas imposibles a sus criaturas". Del mismo modo que es inconcebible que unos padres amorosos encarguen a sus hijos una tarea a sabiendas de que está por encima de sus capacidades, Di-s, nuestro Padre amoroso, no nos presentaría un reto que excediera nuestras capacidades o que no fuera por nuestro propio bien.
En consecuencia, cada vez que una persona se enfrenta a una de las muchas pruebas de la vida, es en realidad una señal de la confianza de Di-s en ella y en su potencial.
En lugar de ser una expresión de duda Divina, cada prueba en la vida es en realidad un voto cósmico de confianza.
De hecho, nuestras luchas personales pueden incluso ser vistas como signos de favor, ya que “Di-s castiga a aquellos que ama”.6 Una prueba es la forma que tiene Di-s de decir: Estás listo para el siguiente nivel.
Curiosamente, la palabra nes también hace referencia a un estandarte, porque las pruebas únicas de cada persona en la vida son como una insignia de honor que representa su particular viaje de crecimiento y logro personal. En otras palabras, nuestras luchas son las que nos moldean y nos forman, dándonos nuestro sello distintivo y nuestra firma en función de cómo respondemos a ellas.
Esta idea potenciadora se expresa en la paradójica afirmación talmúdica:7 “Cuanto más justo es alguien, más poderosa es su inclinación al mal”. Esto es contrario a la intuición. Uno pensaría que el nivel de rectitud de una persona está determinado por, y debería corresponder directamente a, el grado en que ha logrado disminuir o desarraigar su inclinación al mal. Sin embargo, según el Talmud, ocurre lo contrario: cuanto más crece una persona espiritualmente, mayor es su lucha contra el ego y la tentación. Esto se debe a que cuanto más recto se vuelve uno, más capaz es de superar retos cada vez más sutiles y sustanciales.8
En otras palabras, las luchas morales y espirituales serias no son un signo de debilidad, sino de fortaleza y potencial latente que podríamos desbloquear y activar mediante nuestra perseverancia productiva ante los retos de la vida.
Otro significado considerable de nes es “milagro”, que implica la elevación de lo sobrenatural sobre lo natural. De hecho, el pensamiento jasídico9 enseña que, desde el punto de vista Divino, cada prueba en nuestras vidas proporciona las condiciones exactas propicias para que superemos nuestras propias limitaciones "naturales", realizando así un "milagro" dentro de nuestra propia esfera personal.
Por ello, toda situación de la vida, por difícil que sea, debe considerarse como posible de afrontar de forma constructiva. Siempre tenemos la oportunidad de elegir libremente nuestra respuesta ante cualquier circunstancia.
Cada prueba de nuestra fe o carácter es, por tanto, un portal potencial de transformación para nuestro propio bien y para el bien general; todo depende de cómo lo abordemos, lo procesemos y lo superemos. Como enseñó el gran maestro jasídico Rabí Najman de Breslov:10 Cuando busques a Di-s y te encuentres con un obstáculo, no trates de evitarlo ni intentes rodearlo (o incluso superarlo), porque Di-s mismo se encuentra dentro de ese obstáculo.
Esta perspectiva está profundamente arraigada en el concepto de la Providencia Divina, hashgajá pratit, la creencia de que Di-s está a cargo de nuestro mundo y supervisa su más mínimo detalle con intención deliberada.
El conocimiento de tal designio Divino detrás de la realidad nos obliga a superar nuestros sentimientos naturalmente instintivos de miedo y desesperación cuando nos enfrentamos a cualquier desafío, especialmente uno del cual pensábamos que estábamos por encima o más allá. Por el contrario, nos capacita para encontrar la bendición oculta en cada dificultad.
Di-s, como nuestro propio entrenador personal, es íntimamente consciente tanto de nuestras limitaciones percibidas como de nuestras verdaderas capacidades. Por lo tanto, organiza estratégicamente nuestras carreras de obstáculos para ayudarnos a acceder a nuestras fuerzas más profundas y alcanzar nuestro máximo potencial. Porque, en realidad, todos y cada uno de nosotros somos nada menos que un milagro viviente. Nuestras pruebas y luchas en la vida no son más que el oscuro telón de fondo sobre el que puede brillar nuestra luz interior.
La gran idea
Las pruebas en la vida son un indicio de fortaleza interior, no de debilidad; son la forma que tiene Di-s de hacernos saber que estamos preparados para el siguiente nivel.
Sucedió una vez
Un judío tradicional que se encontraba en medio de una lucha espiritual visitó una vez al Rebe de Lubavitch para hablar de su dilema religioso.11
Deseaba desesperadamente vivir su vida de acuerdo con la ley judía, pero su corazón le llevaba insistentemente en una dirección diferente.
Después de presentar su situación al Rebe, el hombre se quedó callado. Se preparó para una fuerte reprimenda, esperando que El Rebe le dijera en términos inequívocos lo espiritualmente peligrosas que eran sus pasiones.
El Rebe también guardó silencio durante un rato.
“Te envidio”, dijo finalmente el Rebe. Sorprendido, el joven no entendió lo que el Rebe quería decir.
El Rebe continuó: “Hay muchas escaleras en la vida, y a cada persona se le da la suya. Las escaleras se presentan como retos de la vida y elecciones difíciles. Las pruebas a las que te enfrentas son las escaleras que te elevan a grandes alturas: cuanto mayor es el reto, más alta es la escalera. Di-s te ha dado estas difíciles pruebas porque Él cree que puedes superarlas, y Él te ha dotado con la habilidad de hacerlo. Sólo a los más fuertes se les da una escalera tan desafiante como la tuya. ¿No ves, entonces, por qué te envidio?”.
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