Había una vez un pequeño pueblo en un valle a la sombra de una montaña frecuentada por un gigante malvado...

Cada mañana la gente del pueblo se despertaban y empezaban a correr para salvar sus vidas. Pero no importaba cómo lejos corrieran, la espantosa figura acechaba sus cabezas, mirando ceñudo y amenazante.

Un día, un hombre sabio y valiente llegó al pueblo. En lugar de huir, comenzó a escalar la montaña. La gente tenía miedo, pero confiaron en él y lo siguieron. Él los llevó a los pies del gigante, abrió una compuerta secreta en el dedo gordo del pie del monstruo, los llevó por un pasadizo tortuoso hacia su barriga, y les mostró cómo funcionaba "la cosa": las poleas que movían los atemorizantes brazos, la máquina sonora que producía los espantosos gritos. Entonces este hombre dio un tirón y desconectó los cables, y la cosa toda se hizo polvo.

Lo enigmático es que cuando llegamos a la sección de la Torá, llamada Bo (Éxodo 10-13), nos pasamos los primeros nueve capítulos del Libro de Éxodo intentando alejarnos del Faraón. "Deja salir a mi Pueblo!", demanda repetidamente Moshé en el nombre de Di-s al soberano egipcio; cada vez es rechazado, sólo para volver nuevamente con otro mensaje de Di-s de "Deja salir a mi Pueblo" y otra promesa Divina que Su pueblo, de hecho, podrán irse al final.

Lo que confunde es que el nombre "Bo" significa "Ven" y esta porción de la Torá se nombra así por la frase "ven a lo del Faraón" en su versículo de inicio. De hecho, un nombre extraño para la Parashá en que el esperado Ietziat Mitzraim ("Salir de Egipto" o "Éxodo" en latín) de los Israelitas finalmente tiene lugar.

(Los nombres de las 54 Parshiot de la Torá siempre derivan de una palabra o frase en el inicio de la Parashá. También funciona que este nombre expresa el tema y el significado central de la Parashá. Así que es ciertamente desconcertante que la Parashá en que conseguimos finalmente distanciarnos del Faraón deba nombrarse "Ven [a lo del Faraón]"...)

Pero a veces la única manera de conseguir salir es entrar más profundamente. El Zohar explica que el precepto Divino "Ven a lo del Faraón" era una invitación a entrar en la esencia misma del Faraón. "Di-s llevó a Moisés a una cámara dentro de otra cámara, al centro mismo de la poderosa serpiente del cual muchos niveles evolucionan...".

Mientras lo veamos desde el exterior, el gigante de la montaña permanecerá enorme, espantoso y malvado —no importa cuán lejos corramos. Pero en cuanto lo exponemos a la luz del conocimiento interno, el monstruo todo se hace polvo.