Una noche en 1935, en medio de la opresión Estalinista más feroz, una mujer golpeó en su puerta. "He venido de una ciudad distante cuyo nombre no puedo mencionar. En aproximadamente una hora, mi hija y su novio también llegarán. Ambos poseen altísimos cargos en el gobierno y debido a ello su venida aquí está cargada de peligro. Los dos están de acuerdo en casarse según la ley judía, con la condición de que usted realice la boda en su casa."


Rabí Levi Itzjak aceptó y se puso a reunir un minian para la boda. En menos de media hora, había traído a otros ocho hombres a su casa. Pero le estaba faltando el décimo. En el piso de abajo del apartamento donde vivía Rabí Levi Itzjak vivía a un judío joven que había sido contratado por las autoridades comunistas para espiar las idas y venidas de la gente a la casa del Rabino. Rabí Levi Itzjak era totalmente consciente de quién era esta persona y para qué había sido empleado. Cuando aun faltaba el décimo hombre, envió a buscar al espía.


"Necesitamos un décimo hombre para un minian, para que una pareja judía pueda casarse" le dijo a su vecino.


"¡¿Y por qué envió a buscarme a mí?!" Reaccionó el delator con absoluto asombro. Y sin embargo, consintió en participar del minian y no informó sobre la ceremonia.


Años después, el Rebe dijo: "De mi padre aprendí a no tener miedo nunca".