Ozer Wienikursky contó acerca del traumático momento en que iba a ser enrolado en el ejército comunista ruso. Él vino a Rabí Levi Itzjak para pedir su bendición para lograr una prórroga. El Rab no sólo lo bendijo. Le dio instrucciones sumamente detalladas; especificó la fecha exacta y hora en que debía presentarse en la oficina de enrolamiento, el camino exacto para llegar allí, los capítulos de Salmos que debía decir de antemano, y exactamente cuántas monedas debía dar en caridad.
También le prescribió que cuando Ozer estuviera de pie en la entrada al edificio, debía detenerse y visualizar en su mente el sagrado nombre de las cuatro letras de Di-s. El Rab lo bendijo y le prometió que nada malo le ocurriría. Concluyó pidiendo que al retornar, le entregara un informe detallado de todo lo que había sucedido.
Wienikursky siguió cuidadosamente las instrucciones del Rab. Cuando llegó a la oficina del ejército, lo enviaron a un cuarto grande con muchas mesas. En cada una había un doctor con una especialidad diferente que tenía la responsabilidad de examinar a cada candidato que pasaba ante él, pero sólo en su área. Cada conscripto tenía que ir ante todos los doctores para determinar el verdadero estado de su salud y eliminar cualquier posibilidad de contrariedad.
"Pasé a lo largo de la fila de mesas y cada doctor me examinó" Ozer relató. "Cada uno escribió su opinión. Finalmente, llegué al escritorio del empleado que notificaba a los conscriptos de la decisión. El hombre me miró misericordiosamente y exclamó: "¿Qué está pasando con usted? ¡Pobre hombre! ¡Cada doctor le encontró algo malo y le diagnosticó padecer una enfermedad diferente!"
Ozer salió tranquilo con una exención completa del ejército en sus manos.
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