Metafóricamente hablando nuestras “arcas” personales son nuestros períodos de estudio de Torá y plegaria. Así como Noé y su familia fueron protegidos por el arca del diluvio que arrasaba afuera, nosotros podemos “entrar” a los mundos de estudio de Torá y plegaria para ser protegidos del “diluvio” de preocupaciones mundanas que amenazan inundarnos.
Es particularmente provechoso sumergirnos en la plegaria como primer cosa que hacemos en la mañana. Cuando enfrentamos el mundo de nuevo cada mañana, él y todo lo que está en él, puede parecer que existe de una manera autosuficiente, como si no tuviera necesidad de Di-s. Las plegarias de la mañana nos ayudan a reconocer que el mundo no podría existir por sí mismo, y que su propósito es que sea convertido en el hogar para Di-s.
Comenzar nuestro día de esta forma nos ayuda a evitar conscientemente actividades que no fomentan este objetivo, teniendo cuidado en su lugar en usar cada momento como una oportunidad para llevarlo a cabo. Así preparados, nos podemos ocupar de asuntos mundanos sin temor a que se conviertan en “aguas arrasantes” que nos abrumen con ansiedad, estrés y distracciones.1
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