La sociedad egipcia estaba hundida en la búsqueda del placer carnal egoísta, lo cual es reducido por la circuncisión. Por lo tanto, al hacer que los egipcios se circunciden, José redujo su obsesión con la indulgencia carnal. El Faraón mismo les ordenó que cumplan con la condición de José; por lo tanto, incluso el símbolo viviente de la corrupción egipcia estaba dispuesto a ser refinado, al menos un poco.
Seguimos el ejemplo de José al mantenernos espiritualmente incontaminados por nuestro ambiente materialista e incluso refinándolo. Al fortalecer nuestro propio compromiso con el judaísmo, influenciamos al prójimo para que fortalezca el suyo. Además, influenciamos a la comunidad más amplia de no judíos para que cumplan con la leyes de la Torá que se aplican a ellos (las leyes “Noájidas”). Así en última instancia transformaremos todo el mundo en el hogar de D-os.1
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