Jacob envió a sus hijos (excepto a Benjamín) a Egipto para comprar grano. José los reconoció, pero ellos no lo reconocieron a él. El ideó un plan para ver si estaban listos para aceptarlo a él como el sucesor de Jacob: Los amenazó con no recibirlos la próxima vez sin Benjamín. Una vez que Benjamín estuviera en Egipto, José inventaría una excusa para mantenerlo allí. Si los hermanos estaban dispuestos a pelear por Benjamín, significaría que habrían superado sus celos por los hijos de Raquel. Jacob estaba renuente de enviar a Benjamín, pero sus otros hijos convencieron a Jacob que no tenían otra opción. Así Jacob aceptó, pero primero rezó por su éxito.
Milagros Naturales
וְאֵל שַׁדַּי יִתֵּן לָכֶם רַחֲמִים לִפְנֵי הָאִישׁ וגו': (בראשית מג:יד)
[Después de haber preparado un regalo para enviar al virrey, Jacob rezó] “Que D-os Todopoderoso haga que el hombre sea misericordioso con ustedes.” Genesis 43:14

La sabiduría convencional dice que la plegaria es necesaria sólo en situaciones desesperantes. Por lo tanto, como los hijos de Jacob asumieron que dado que el virrey estaba reteniendo a su hermano debido a que sospechaba que ellos eran ladrones o espías, sería suficiente con tranquilizarlo con un regalo.

De las palabras de Jacob a sus hijos, sin embargo, aprendemos que incluso cuando un resultado favorable parece ser perfectamente natural, nunca debemos asumir que podemos llegar a él sin asistencia Divina. Siempre debemos rezar, y no como medida secundaria, sino como medida primaria.

A pesar de que debemos crear canales naturales para facilitar las bendiciones de D-os, debemos darnos cuenta que D-os, que está más allá de la naturaleza, controla cada aspecto de nuestras vidas. Cuando nos damos completamente cuenta de esto, percibimos que las ocurrencias “naturales” de nuestras vidas son de hecho todas milagros investidos en la naturaleza.1