Moisés huyó de Egipto y eventualmente llegó a Midián. A la edad de 77 años se casó con Tzipora, hija del caudillo local Jetro, y comenzó a trabajar pastoreando los rebaños de Jetro. Jetro había renunciado a la idolatría, y estaba así condenado al ostracismo por su pueblo. Mientras tanto la esclavitud judía en Egipto se intensificaba aún más, por lo que D-os se le apareció a Moisés en el Monte Sinaí, hablándole desde un arbusto que ardía pero milagrosamente no se consumía.
Mostrándole a D-os que Nos Importa
וַיֹּאמֶר מֹשֶׁה אָסֻרָה נָּא וְאֶרְאֶה אֶת הַמַּרְאֶה הַגָּדֹל הַזֶּה וגו': (שמות ג:ג)
[Cuando vio el arbusto ardiendo] Moisés dijo: “Me acercaré para ver esta gran visión”. Éxodo 3:3

Cuando Moisés dijo estas palabras, estaba expresando la aspiración que es el fundamento de cualquier relación con D-os. Esta aspiración es la que nos hace humanos, es decir, seres que luchan por elevarse por encima de la existencia animal en busca de profundidad intelectual y auto-refinamiento espiritual.

Esta ambición nos permite enfocar nuestros intelectos en meditación solitaria y subir la escalera de la conciencia Divina. No importa el nivel de conciencia que logremos, siempre aspiramos a ascender más. La fuerza de esta aspiración libera todo nuestro potencial humano, fortaleciendo nuestro intelecto, emociones y sentidos. Somos constantemente bendecidos con nuevas ideas y entendimiento, que a su vez nos lleva hacia una relación más profunda con D-os.

Por lo tanto, como dice el siguiente versículo, fue sólo luego de que “D-os vio que (Moisés) se apartó para ver” que “Él lo llamó desde el arbusto”.1