Uno de los ingredientes del incienso era el gálbano. Debido a su mal olor, esta hierba alude a los que hacen el mal en nuestro pueblo. El hecho de que el gálbano fuera un componente esencial del incienso nos enseña que todos los judíos son parte esencial de la nación judía, incluso si su comportamiento es a veces inapropiado.
Esto nos enseña que nunca debemos excluir a ningún judío de la comunidad, incluso si hay aspectos de su comportamiento que parecerían justificarlo. De hecho, nuestros sabios enseñan que cualquier plegaria pública o ayuno en el cual los pecadores están intencionalmente excluidos ¡no será efectiva! Esto es porque, en virtud de sus almas Divinas, cada judío posee un valor inestimable y en realidad está lleno de buenas acciones. La personalidad única de cada uno juega un rol crucial en el destino del pueblo judío y del mundo en general.1
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