El misticismo judío nos enseña que D-os, la Torá y la humanidad poseen dimensiones ocultas y reveladas. En la dimensión “revelada” de la Torá, los castigos correctivos descritos en estos versículos son realmente maldiciones; pero en la dimensión oculta, estos “castigos” son en realidad bendiciones. Esto no significa que sean sólo bendiciones “figurativas”, es decir experiencias dolorosas que debemos pasar para tener un bien mayor. Son bendiciones reales, y no sólo bendiciones comunes, sino de las bendiciones más grandes y sublimes.
De hecho, son específicamente las bendiciones más sublimes las que tienen que ser expresadas (y a veces experimentadas) como maldiciones. Esto es así porque siempre que D-os nos otorga una bendición, esta debe pasar primero a través de la “corte” celestial, donde el eventual receptor es juzgado para ver si él o ella es merecedor de recibirla. Sin embargo, cuando una bendición se “disfraza” como maldición, “pasa por arriba” de los “fiscales acusadores” y llega directamente a nosotros, sus receptores.
Cuando experimentamos lo que parece ser una maldición de D-os, debemos saber que es en realidad Su bendición disfrazada. El tener consciencia de esto transforma las bendiciones ocultas de D-os en bendiciones reveladas.1
Escribe tu comentario