La Torá le otorgó los privilegios y responsabilidades de los sacerdotes sólo a los descendientes de Aarón. De hecho, todos los judíos tienen el mismo valor inherente y merecen nuestro amor y respeto por igual. Pero cuando se trata de la cuestión de quién puede ser una autoridad religiosa - tanto sea un sacerdote o un rabino - debemos darnos cuenta que D-os ha determinado quién puede y quién no puede asumir esos cargos. Así como los sacerdotes sólo pueden ser descendientes de Aarón, los rabinos y maestros sólo pueden ser personas que han alcanzado el nivel necesario de conocimientos, son verdaderamente temerosos de D-os, observan todos los dictados de la Torá, y han absorbido las tradiciones transmitidas a lo largo de las generaciones.
Así como requerimos cualificaciones estrictas para aquellos a los que se les confía el guiar y facilitar nuestras vidas religiosas externas, de la misma manera debemos requerir cualificaciones estrictas para esas voces internas que pretenden decirnos cómo comportarnos. Debemos cuestionar constantemente a nuestras voces internas, para estar seguros que estamos siendo guiados sólo por motivos puros y positivos.1
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