¿Qué crimen es peor: la explotación financiera o el abuso verbal? "El dinero puede reembolsarse", señala el Talmud, "pero la herida que causan las palabras es irreparable. El dinero es propiedad de la persona, pero las palabras hieren a la persona misma".
Tanto si se debe a las circunstancias como a la naturaleza, algunas personas son más vulnerables en términos emocionales que otras. La Torá nos dice repetidamente que nos cuidemos mucho con la forma en que les hablamos a las viudas, a los huérfanos y a los inmigrantes. A los hombres, se les pide que les hablen a sus esposas con suavidad. "Las puertas de la plegaria a veces están cerradas", se nos advierte, "pero las puertas de las lágrimas, jamás se cierran".
He aquí algunos prototipos de explotación verbal:
• Los insultos: "¡Eh, ‘aparatos!’, ¿no te parece que puedes captar Radio Honolulu con ese pedazo de engranaje que llevas en la boca? ¡Ja, ja, ja!".
• Reprender al otro: "¡Eh, Juancito! ¿Por qué estás tan decaído? ¡Todo es para bien! Al parecer, hiciste unos cuantos pecados y ahora tienes que expiarlos con todo este sufrimiento…
• Excavar el pasado: "¡Mira, Miriam, una foto tuya antes del tratamiento para el acné!".
• Hacer perder el tiempo: Reubén le pide a Dani que lo ayude en sus negocios y Dani lo manda a hacer una búsqueda inútil, dándole a propósito enlaces de Internet que no sirven para nada, números de teléfonos que hace ya rato dejaron de estar en servicio y conexiones que no lo van a llevar a ninguna parte. Dani dice que lo hizo con las mejores intenciones, pero él sabe la verdad.
• Un ejemplo más sutil: Jaime entra a un negocio que ofrece un muy buen servicio al cliente y exprime al vendedor con todo tipo de preguntas y prueba todos los productos de muestra. Entonces, una vez que decidió cuál es el producto más conveniente, va y lo compra on-line por Internet a la mitad de precio.
• Avergonzar en público: "José, yo no tengo la culpa de que no te hayas preparado. Ahora te paras allí y haces la presentación de todos modos".
"Es mejor que la persona se arroje a un horno ardiente", dice el Talmud, "a que avergüence a su prójimo en público". Se nos enseña que avergonzar a otra persona en público no es solamente romperle los huesos, sino que es asesinarla a sangre fría. Si tienes algún asunto por resolver con alguien, trátalo en privado. Sé abierto y trata de llegar a una solución. Y siempre que sea posible, perdona al otro y olvídate del asunto y sigue adelante con tu vida.
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