Varios profesionales han explorado sobre la efectividad del ejercicio físico en relación con la salud física y mental y como tratamiento en diversas patologías, entre ellas los trastornos de ansiedad.
Tanto estos profesionales como aquellos dedicados al cuidado del cuerpo coinciden en los beneficios que proporciona una rutina adecuada de ejercicios; incluso, en algunos casos, se ha conseguido eliminar la medicación.
Todos podemos estar de acuerdo con los beneficios que trae hacer deporte. Sin embargo, quisiera dedicar este capítulo del libro a analizar el tema desde el enfoque de la sabiduría jasídica y tratar de explicar por qué esto es así.
En el Tania, el Alter Rebe explica que cada individuo posee un “alma animal” que habita en la sangre. Esa alma está constituida por los cuatro elementos: fuego, tierra, aire y agua. Cada uno de estos elementos es el responsable de alguna de las características negativas que poseemos.
El fuego, cuya característica es que siempre se eleva, representa el orgullo y la arrogancia; es lo que hace que nos creamos lo suficientemente competentes como para alzarnos por encima de nuestros compañeros y amigos. Además, el fuego personifica la pasión, el sentimiento ardiente con el que incineramos a quienes nos desafían y a quienes confrontan la percepción que tenemos sobre la verdad última.
El elemento aire es la base de las palabras vacías, como el chisme, la burla y la charla banal. De la misma forma en la que el aire es liviano y no posee sustancia, asimismo, esas palabras no tienen ningún propósito o contenido constructivo.
El agua es la fuente de todos los placeres, pues facilita el crecimiento de los elementos encargados de darnos placer.
El elemento tierra es el encargado de producirnos pesadez, tristeza, angustia y depresión. Así como la tierra es pesada y rígida, de la misma manera, la dimensión terrenal de nuestra alma animal es la encargada de manejar nuestros sentimientos de desánimo y pesadez. Cuando una persona se siente ansiosa y deprimida, decide retirarse de inmediato a descansar llevada por la creencia de que, al despertar, se sentirá mejor. Sin embargo, aunque el descanso puede desplazar la ansiedad por un tiempo, no es así como se la combate; si optamos por negarla, ella regresará imprevistamente.
La ansiedad y la depresión se originan en la pereza, que es la causante de nuestra falta de energía y vitalidad. Esos malestares están relacionados con el elemento terrestre de nuestra identidad, el que nos transforma en un rígido y pesado bloque de tierra.
Entonces, lo que tenemos que hacer es tomar nuestra “pala espiritual” y comenzar a mover toda esa “tierra”. ¿Pero cómo se puede lograrlo?
La manera de hacerlo es incorporando el ejercicio físico a tu vida. Debes empezar con una actividad simple y básica y, paulatinamente, tienes que ir incrementando el esfuerzo. Por ejemplo, para comenzar, camina media hora todos los días. Sal al aire libre. Date la oportunidad de despejarte y aprecia las virtudes de oxigenar la sangre.
Es probable que mientras lees esto surja en ti el entusiasmo y quieras poner en práctica lo que te aconsejo, pero debes recordar algo muy importante: en el momento en que tomes la decisión de hacer un cambio en tu vida, la Mala Inclinación invertirá grandes esfuerzos en derribarte y hacerte desistir.
Es importante el compromiso con uno mismo. Hay que plantearse metas moderadas para poder cumplirlas con dedicación y persistencia. La ayuda del Todopoderoso y nuestra perseverancia traerán muy pronto resultados maravillosos
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