No por nosotros, Adonái, no por nosotros, sino en aras de Tu Nombre, concede gloria, a causa de Tu bondad y de Tu verdad. ¿Por qué han de decir las naciones: "¿Dónde está su Dios?" Sí, nuestro Dios en el cielo, cuanto El desea, El hace. Los ídolos de ellos son de plata y oro, producto de las manos humanas. Tienen boca, mas no pueden hablar; tienen ojos, mas no pueden ver; tienen oídos, mas no pueden oír; tienen nariz, mas no pueden oler; sus manos no pueden tocar; sus pies no pueden caminar; no producen sonido en su garganta. Aquellos que los hacen serán como ellos – todos los que depositan su fe en ellos. Israel, confía en Adonái; El es su ayuda y su escudo. Casa de Aharón, confía en Adonái; El es su ayuda y su escudo. Vosotros que teméis a Adonái, confiad en Adonái; El es su ayuda y su escudo. Adonái, que siempre nos tiene presente, que El bendiga: Que El bendiga la Casa de Israel; que El bendiga la casa de Aharón; que El bendiga a todos aquellos que temen a Adonái, a los pequeños como a los grandes. Que Adonái incremente [la bendición] sobre vosotros, sobre vosotros y vuestros hijos. Benditos sois por Adonái, Hacedor del cielo y la tierra. Los cielos son los cielos de Adonái, mas la tierra El la dio a los hijos del hombre. Los muertos no pueden alabar a Dios, ni tampoco alguno de los que descienden al silencio [de la tumba]. Y nosotros bendeciremos a Dios desde ahora y por toda la eternidad. Alabad a Dios.
Extraído del libro
Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch
Sudamericana
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Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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