Canción de las Ascensiones, por David: Adonái, mi corazón no se enorgulleció, ni mis ojos se alzaron altivos; no procuré cosas más grandes y maravillosas que mí. Ciertamente ubiqué mi alma en paz y la apacigüé como un niño destetado con su madre; mi alma era como un niño destetado. Israel, deposita tu confianza en Adonái, desde ahora y por toda la eternidad.
Extraído del libro
Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch
Sudamericana
© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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