En varias ocasiones, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, el sexto Rebe de Lubavitch, contó la historia sobre su estadía de tres meses en Viena en el año 5663 (1903) junto con su padre y predecesor, Rabí Shalom DovBer, quien tenía que someterse a un tratamiento médico. Durante ese lapso, estudiaron juntos las leyes de reclamos monetarios del Tur y el Shulján Aruj. También, estudiaron textos de enseñanzas jasídicas sobre la lectura semanal de la Torá.
Los médicos le aconsejaron a Rabí Shalom DovBer que no realizara ninguna clase de actividad física rigurosa ni que siquiera se esforzara mentalmente a causa del débil estado en que se encontraba.
Durante ese período, Rabí Shalom DovBer tenía la costumbre de hacer un breve descanso en el sofá después de almorzar. No es que se recostara, sino que se reclinaba con una pierna encima del sofá. Una vez, ocurrió que se quedó en esa posición durante mucho tiempo, mucho más de lo que estaba acostumbrado. Rabí Iosef Itzjak se le acercó y no estaba seguro de lo que debía hacer. Parecía que Rabí Shalom DovBer no estaba en este mundo, estaba reclinado de costado y los ojos aparentaban salírsele de las órbitas de un modo muy extraño. A Rabí Iosef Itzjak, le daba miedo despertar a su padre, pero le daba más miedo dejarlo así.
Entonces, empezó a caminar hacia un lado y otro al lado del sofá haciendo ruido, con la esperanza de que su padre se despertara, pero al ver que eso no funcionaba, empezó a mover la mesa en todas las direcciones haciendo todavía más ruido, pero eso tampoco sirvió de nada. Y se estaba haciendo demasiado tarde.
Recién cuando transcurrieron nueve horas completas, por fin, el rebe empezó a despertarse: “¿Qué día es hoy?”, le preguntó a su hijo. “¿Qué parashá es?”.
Rabí Iosef Itzjak le respondió que era miércoles y le dijo en qué parashá estaban. Le pareció que su padre estaba confundido.
Rabí Shalom DovBer se preparó entonces para recitar las plegarias vespertinas, a las que acompañó con una melodía del Alter Rebe (Rabí Schneur Zalman, fundador de la dinastía Jabad, tal como acostumbraba hacerlo la primera noche de Rosh Hashaná).
A la mañana siguiente, el rebe le preguntó a su hijo si tenía un poco de dinero (siempre que viajaban juntos, Rabí Iosef Itzjak se ocupaba de la parte financiera). A pesar de que estaban bastante cortos de fondos, él respondió que “sí” para no desilusionar a su padre. Al rato, fue a hipotecar su bastón de plata y le dio el dinero a su padre. Entonces el rebe anunció que se iba, se puso el abrigo y salió. Rabí Iosef Itzjak, percibiendo que su padre no quería que él lo acompañase, se quedó solo en la suite del hotel.
Unas horas más tarde, alguien llamó a la puerta. Él abrió y vio a un muchacho de reparto que le preguntó si era “Schneerson”. Él le respondió que sí, entonces, el muchacho le entregó la caja que llevaba encima. Pegada a la caja había una nota con la letra de su padre que decía: “Toma este paquete y págale al muchacho veinticinco coronas”.
Durante las horas siguientes, llegaron más paquetes con el mismo mensaje, cada uno proveniente de un negocio diferente. Al fijarse en los nombres de las marcas, se dio cuenta de que eran todos negocios que se especializaban en la venta de ropa de mujeres y niñas. Rabí Iosef Itzjak pensó que su padre había comprado regalos para sus nietas, o sea, las tres hijas de Rabí Iosef Itzjak.
Esa noche, cuando Rabí Shalom DovBer volvió al hotel, le dijo a su hijo que hiciera los preparativos para continuar el viaje. Le dijo que iban a necesitar llevar consigo talit y tefilín (dándole así a entender que iban a estar de viaje durante más de un día), pero no le dijo adónde iban. Rabí Iosef Itzjak tuvo que pedir dinero prestado para los gastos del viaje.
Al día siguiente, Rabí Iosef Itzjak preparó los paquetes, pagó la cuenta del hotel y llamó a un taxi para que los llevara a la estación de tren. Una vez allí, el rebe le dijo que comprara boletos a Pressburg. Eran las 9.30 de la noche cuando bajaron del tren, así que se dirigieron a una pequeña posada.
A la mañana siguiente, Rabí Shalom DovBer dijo: “Vamos a hacer una visita de shivá a la familia de un piadoso estudioso de la Torá que está de duelo”. Rabí Iosef Itzjak empezó a buscar un taxi que los llevara a la ciudad, pero su padre le dijo que irían a pie. Levantó la valija y se dirigieron al centro.
En la calle, se encontraron con un alumno de ieshivá. Rabí Shalom DovBer lo detuvo y le preguntó cómo podía llegar a la casa de la familia Bick. El joven le respondió con impaciencia: “No tengo tiempo. Estoy muy apurado porque tengo que llegar a la ieshivá. Simplemente, sigan derecho y después pregúntenle a alguien”.
“De veras….”, dijo el rebe. “¿Así es como se cumple la mitzvá de la hospitalidad? ¿Acaso no te das cuenta de que no vivimos acá?
El joven se calmó y pidió disculpas. Les explicó cuidadosamente cómo llegar y después les dijo que la familia estaba haciendo shivá. Después de una breve conversación, se dieron cuenta de que el jefe de familia había fallecido durante las horas inusualmente largas en que el rebe había estado descansando en el sofá.
El rebe le dio las gracias al joven y continuó caminando con su hijo por la calle. Al llegar a la casa, entró y allí vio a una mujer con sus tres hijas sentadas en la shivá. Tras ofrecerles palabras de consuelo a la viuda y a las tres hijas, el rebe le propuso a su hijo que salieran un rato afuera. Empezaron a caminar y llegaron a una gran ieshivá con muchos alumnos que estaban sentados estudiando. El rebe empezó a hablar con algunos de ellos acerca de lo que estaban estudiando. Entre estos jóvenes se encontraba el joven que les había indicado cómo llegar a la casa. El rebe empezó a hacer un pilpul (complejo análisis talmúdico) con uno de los alumnos y después lo alabó profusamente.
Al regresar a la casa, el rebe otra vez habló con las dolientes. Cuando ellas le preguntaron quién era, él les dijo que era un familiar lejano. Cuando ellas le preguntaron si conocía al difunto, él les respondió que eso no tenía importancia.
Más tarde, el rebe dirigió el tema de la conversación al futuro de las jóvenes. La mujer se quejó de su difícil situación, especialmente ahora que su marido había fallecido. Ella no tenía dinero para comprarles ropa a sus hijas ni tampoco había recibido adecuadas propuestas de matrimonio para ellas.
El rebe recomendó a la madre: como marido para su hija mayor, al alumno de ieshivá cuya capacidad analítica él tanto había alabado; para su segunda hija, propuso al joven que habían encontrado en la calle. “Y no se preocupe por el ajuar para ellas ‒añadió el rebe‒, yo ya tengo todo lo que necesitan”.
Finalmente, las dos propuestas de matrimonio tuvieron éxito. Y antes de que cada compromiso se hiciera oficial, la novia recibió un paquete de ropa comprado por Rabí Shalom DovBer, ¡y todo era perfectamente a medida! La primera boda tuvo lugar mientras el rebe aún se encontraba en Viena; y la segunda, unos meses más tarde, después de Shavuot.
Alrededor de diez años más tarde, Rabí Iosef Itzjak se encontraba en la zona de Pressburg. En esa oportunidad, decidió ir a visitar a las hijas de Bick, a ver cómo habían ido las cosas. Encontró la calle, pero no pudo localizar la casa. En el lugar donde antes había estado aquella casa tan modesta, ahora se levantaba una gran casa de ladrillos.
De la casa, salió una mujer joven que lo saludó. Ella le dijo que lo reconocía como aquel que había estado presente junto con su padre en los compromisos de sus dos hermanas mayores. También, le dijo que ahora ella también estaba casada y muy feliz, gracias a Di-s, pero que sus dos hermanas habían tenido incluso más suerte que ella. Su cuñado mayor era el rabino principal de una ciudad muy importante, y el otro era el decano de una ieshivá. “¡Ojalá su padre también me hubiera conseguido marido a mí también!”.
Nota biográfica: Rabí Abraham Bick, (el padre de las jóvenes en esta historia), oriundo de Mohilev, ciudad situada en Podolia, es el autor de Bikurei Aviv, un amplio comentario de las lecturas semanales de la Torá y también de ciertas secciones de los Profetas, así como también del Talmud y de la Ley Judía, que se publicó en Lvov en 5633 (1873), y que suele traer citas “de los grandes maestros jasídicos”.
Fuentes: 1) Reshimot (extractos publicados de los viajes del Rebe de Lubavitch) #94; 2); Shemuot VeSipurim, primer tomo, p. 108-110, de Rafael Kahan en nombre de su padre Najman, que era parte del grupo de jasidim que lo oyó directamente de boca de Rabí Iosef Itzjak en un pueblito cerca de Nushkina; 3) Reshimot Devarim, primer tomo, p. 164-166, en nombre de Jaim Meir Liss, quien asistió a Rabí Shalom DovBer durante su curación.
Escribe tu comentario