¿Te has preguntado alguna vez por qué los periódicos están colmados de malas noticias? ¿O por qué la gente suele pasar mucho más tiempo preocupada por lo que va mal en su vida en lugar de apreciar lo que va bien? ¿Por qué las experiencias dolorosas ocupan tanto espacio en nuestra memoria? ¿Y por qué son mucho más fáciles de recordar que las placenteras? ¿Por qué a menudo sentimos que son nuestras experiencias negativas las que nos definen en lugar de las positivas?
Los científicos han adoptado el término “sesgo negativo” para describir este fenómeno de cómo la conciencia humana se relaciona con el mundo. Básicamente, nuestro sesgo negativo se asegura de que las experiencias de naturaleza más negativa tengan un mayor efecto sobre nuestro estado psicológico y sobre las conductas consecuentes que las experiencias neutras o positivas, incluso cuando son de igual intensidad.
Según los neurocientíficos, nuestro cerebro ha desarrollado circuitos especializados que registran las experiencias negativas inmediatamente en la memoria emocional con el fin de que aprendamos de ellas.
En cambio, la mayoría de las experiencias positivas fluyen por el cerebro como el agua por un filtro; las experimentamos, las disfrutamos y rápidamente las olvidamos.
En consecuencia, utilizamos mucho más espacio del cerebro para escanear y procesar las experiencias negativas que las positivas, porque los estímulos negativos, si no se registran y responden adecuadamente, pueden resultar fatales.
Por necesidad, nos hemos convertido en especialistas de obsesionarnos con los aspectos negativos de nuestras vidas y entornos.
Es natural.
Este sesgo negativo es lo que nos permite permanecer alertas en nuestros esfuerzos por registrar y responder a cualquier peligro potencial y amenaza inminente para nuestro bienestar, idealmente, antes de que sea demasiado tarde.
El problema es que este sesgo de negatividad tiene un efecto secundario.
Al estar siempre en estado de alerta por los posibles peligros, los aspectos positivos de nuestra vida tienden a recibir menos atención. Cuando recibimos un halago, por ejemplo, nos sentimos bien por un momento, pero luego el cerebro vuelve a un modo más defensivo y olvidamos esos sentimientos cálidos y positivos.
Del mismo modo, si vivimos nueve experiencias o interacciones positivas durante el día y sólo una experiencia negativa, lo más probable es que final del día sea la experiencia negativa la que recordemos con mayor intensidad.
Por consiguiente estaremos en estado de hipervigilancia y ansiedad; y como resultado tenderemos a exagerar nuestras experiencias negativas y a no contextualizarlas dentro de los aspectos positivos de nuestra vida que hemos olvidado en los momentos de estrés.
Establecer una mentalidad positiva es bastante difícil, ya que va en contra de nuestra naturaleza instituida. Y sin embargo, mantener una perspectiva positiva en medio de las dificultades es esencial para elevar nuestra calidad de vida.
El Rebe era muy conocedor de la tendencia natural de la conciencia humana a detenerse en lo negativo. Sin embargo, insistía constantemente en que podíamos cambiar nuestra experiencia de la vida para mejor si hacíamos esfuerzos conscientes y metódicos para centrarnos en lo positivo.
De hecho, como lo hemos mencionado, el Rebe se refirió cierta vez a su enfoque en ver las cosas de manera positiva; dijo: “He debido trabajar sobre mi persona para ver las cosas de manera positiva, de lo contrario no podría haber sobrevivido”.1
Cuando uno considera los inmensos desafíos y los sucesos devastadores que el Rebe experimentó a lo largo de su vida, dicha declaración es realmente destacable.
Cabe señalar que el enfoque del Rebe de centrarse en lo positivo, o lo que denominamos a lo largo de este libro como su Sesgo de Positividad, nunca pretendió ser un ingenuo ocultamiento o encubrimiento de la realidad. De hecho, lo que era tan único en la visión del mundo y la teología motivacional del Rebe era que no ignoraba ni negaba las duras realidades de la vida, sino por el contrario, las reconocía y las abordaba de frente.
Un ejemplo entre muchos es la siguiente respuesta escrita del Rebe a cierto individuo que escribió desesperado sobre su vida.
Sin satisfacción
El Rebe escribe:2
Recibí su carta en la que describe sus circunstancias económicas y algunas otras condiciones que son las causas de [su] insatisfacción y falta de gratificación espiritual.
Si tiene una copia de su carta y la relee nuevamente con un estado de ánimo más objetivo creo que llegará a la conclusión de que la vida humana en esta tierra, desafortunadamente, no está libre de numerosos factores que provocan infelicidad; y que esto es universal, aunque las causas varíen.... Pasar por la vida en completa felicidad no está destinado al ser humano. Sin embargo, una de las cosas básicas es tener una visión clara sobre las cuestiones primordiales y sembrar [expectativas y] actitudes apropiadas.
El objetivo final no es evitar o eliminar por completo todos los desafíos o conflictos en la vida de uno. Eso, según el Rebe, es imposible. Y, como veremos, ni siquiera garantizaría nuestra felicidad, porque mucho depende de nuestra perspectiva en relación con nuestras circunstancias reales. Sin embargo, está a nuestro alcance “sembrar actitudes” para procesar e integrar todas nuestras experiencias, incluidas las negativas, de una manera que libere en vez de limitar nuestro potencial de éxito y felicidad. Ver la vida desde una perspectiva más amplia, más que nuestra propia experiencia inmediata, es un primer paso crucial para cambiar nuestros patrones de respuesta negativa.
Órdenes del médico
Curiosamente, el Rebe hace un comentario similar sobre Maimónides.
En una respuesta a cierta persona, sobre la necesidad de mantener una perspectiva optimista, el Rebe escribió: 3
Es claramente observable que, en gran medida, el efecto de los acontecimientos de la vida de cada uno depende generalmente de la forma de reaccionar ante ellos. Y quién es un mejor ejemplo de ello que Maimónides, cuya vida estuvo plagada de desgracias y turbulencias, sufrimientos y tragedias —que el Misericordioso nos salve— en mayor medida que el promedio de la gente. Y sin embargo, mantuvo una visión muy positiva —u optimista, como suele decirse en la actualidad— de la vida, tal y como se expresa en su obra La guía de los perplejos.
El Rebe se refiere al siguiente pasaje de La Guía de los Perplejos (3:12):
La gente suele pensar que los males del mundo son más numerosos que las cosas buenas; muchos refranes y canciones de los diferentes pueblos insisten en esta idea. Plantean que lo bueno se encuentra sólo excepcionalmente, mientras que las cosas malas son numerosas y constantes. No sólo la gente común comete tal error, sino incluso muchos de quienes se consideran sabios.
Dicha equivocación resulta de juzgar a todo el universo por lo que le ocurre a un único individuo. Sólo un ignorante puede creer que todo el universo existe sólo para él, como si nada más mereciese consideración. Por lo tanto, si le ocurriese algo contrario a su expectativa, inmediatamente concluiría que todo el universo es nefasto. Sin embargo, si tomase en consideración el universo todo, si se formase una idea del mismo y comprendiese qué pequeña porción es él de ese todo, hallaría la verdad.
Cuando uno es capaz de tomar distancia del estrecho y limitado enfoque en sí mismo, puede apreciar que, en conjunto, la Creación es abrumadoramente buena y “en orden”. Las estrellas en sus órbitas, la rotación de las estaciones del tiempo, las alturas de las montañas, las profundidades de los océanos, el canto de las aves por la mañana...
Por supuesto, nuestras vidas también están colmadas de preocupaciones, peligros y dramas, pero no debemos quedarnos atascados en nuestra propia circunferencia ni ser capturados por proyecciones negativas y profecías autocumplidas.
Contemplar el lugar que ocupamos dentro de las vastas maravillas de la Creación es una práctica de larga tradición para detenernos en lo positivo.
No olvides lo que tienes
Un efecto secundario importante del sesgo negativo es que tendemos a fijarnos en lo que nos falta en nuestras vidas en lugar de en lo que poseemos.
En otra filosa carta,4 escrita a cierto individuo en problemas económicos que se quejaba de que “nunca había experimentado lo bueno en su vida”, el Rebe escribió:
En respuesta a su carta... en la que escribe sobre su situación actual y que a lo largo de su vida no ha experimentado nada bueno....
Por lo visto no percibe la contradicción en su misiva. Que un hombre al que Di-s ha bendecido con una esposa e hijos diga que nunca ha visto nada bueno es un alarmante desagradecimiento.... Cientos, incluso miles, de personas rezan cada día para ser bendecidas con hijos y darían todo lo que tienen sólo por un hijo, pero aún no lo han merecido....
Pero ud., el receptor de esta bendición, que al parecer le llegó sin que tuviera que rezar especialmente por ella, no reconoce la riqueza y la felicidad en las bendiciones que tiene, ¡y escribe dos veces en su carta que jamás ha experimentado nada bueno!
Cabe señalar que el propio Rebe nunca tuvo hijos y comprendía profundamente este dolor particular a nivel personal. Por lo tanto, estaba en una posición inigualable, no sólo espiritual sino existencial, para señalar la magnífica bendición que esta persona había recibido y que, a juzgar por la respuesta del Rebe, estaba dando por sentada.
Con demasiada frecuencia no mantenemos los aspectos positivos de nuestra vida en el primer plano de nuestra mente; estamos demasiado ocupados buscando amenazas y peligros. Por lo tanto, tienden a replegarse silenciosa y rápidamente en las hambrientas sombras de nuestras sufridas quejas. Estas quejas, si no se controlan, anulan naturalmente nuestra conciencia y sesgan nuestra evaluación de la vida.
Enumera tus bendiciones
En otra carta a alguien que se lamentaba de su vida, el Rebe alude a las bendiciones que se recitan cada mañana. Dichas bendiciones en particular toman nota y agradecen a Di-s por algunos de los beneficios más básicos de la existencia humana: El regalo de un nuevo día, la capacidad de ver, la ropa que llevamos, la tierra bajo nuestros pies y la fuerza para seguir adelante.
Comenzar activamente cada día reconociendo las bendiciones que a menudo damos por sentadas nos permite obtener la perspectiva adecuada de nuestra vida para no sentirnos abrumados por la negatividad y la ansiedad. ¡Por el contrario, nos llenamos de gratitud por todos los pequeños milagros de nuestra vida!
He leído [tu carta] con gran conmoción. Si prestas atención al simple significado de las dieciocho bendiciones matutinas, en las que bendices a Di-s al comienzo de cada día, verás que has sido bendecido con todas ellas. Además, has sido bendecido con buena salud, buenos padres, buena educación, una buena comunidad, una buena profesión, medios de vida y mucho más.
Si es así, ¿cuál es la justificación de tus lamentos?5
Independientemente de lo que ocurra en tu vida, si estás vivo tienes algo por lo que estar agradecido; sólo tienes que tomarte el tiempo para reconocerlo y apreciarlo.
Una forma de centrarse y detenerse en lo positivo es contar literalmente tus bendiciones de cada día, por insignificantes que parezcan. Con este fin, nuestros Sabios instituyeron que recitáramos (al menos) cien bendiciones diariamente.6
Esta práctica de expresiones casi constantes de gratitud a lo largo del día tiene el poder de sensibilizarnos a la presencia y obsequios de Di-s a nuestro alrededor, en tanto nos damos la oportunidad de detenernos y percibir. Con el tiempo, esta atención consciente en las bendiciones de nuestras vidas, tanto grandes como pequeñas, puede ayudar a cambiar nuestra configuración por defecto de un sesgo negativo de desagradecimiento a un Sesgo de Positividad centrado en el agradecimiento.
Opta por la gratitud
R. Dovid Schojat, presidente del Consejo de Rabinos Ortodoxos de Toronto, tuvo su primera audiencia con el Rebe en 1952, cuando se inscribió en la yeshivá central de Lubavitch en Brooklyn. Lo que más recuerda de ese primer encuentro fue la orientación del Rebe sobre la apreciación activa de la vida.
“No des por sentada la vida”, dijo el Rebe. “Por la mañana, cuando te despiertes, agradece a Di-s por todo lo que te ha sido brindado”. Muchas personas se acuestan por la noche y, al despertarse por la mañana, pretenden que sus zapatos estén junto a la cama donde los dejaron la noche anterior. Mientras se visten, protestan por el clima, si hace demasiado frío o demasiado calor. En esencia, critican a Di-s pues ¿quién, sino Él, crea las condiciones climáticas? En vez de eso, deberían estar agradecidos de que permanecen vivos, de que sus posesiones permanecen con ellos, de que comienza un nuevo día en el que tienen la oportunidad de hacer muchas buenas acciones.
De acuerdo al rabino Schojat, ello fue una lección que jamás olvidó.7
Es importante recordar, como lo hemos explorado anteriormente, que el Rebe pasó un tiempo como refugiado huyendo a través de Europa y el Océano Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial. Supo de primera mano lo que significaba perderlo casi todo. El hecho de que fuera capaz de dar tal consejo después de haber experimentado él mismo tales horrores dice mucho de su creencia y compromiso con esta práctica de invocar activamente lo positivo y de detenerse y centrarse en ello.
De hecho, el Rebe veía el desarrollo de una postura de gratitud como un pilar de la conciencia judía y de la práctica espiritual.
La plegaria favorita del Rebe
Tal y como refleja la siguiente historia8 , el Rebe valoraba la práctica diaria del judaísmo de no dar las cosas por sentado por sobre todo.
Cuando R. Nojum Stillerman era un adolescente creciendo en el barrio Crown Heights de Brooklyn, solía hacer las entregas de almacén a los miembros de la comunidad, incluyendo a la madre del Rebe, Rebetzn Jana Schneerson, de bendita memoria.
Ella siempre fue muy amable con él y a menudo lo invitaba a su casa a comer galletas y leche.
En una de esas ocasiones se armó de valor para preguntarle a ella: “Rebetzn, ¿cuál es la plegaria predilecta del Rebe?”.
Ella respondió: “Por supuesto, todas las plegarias son importantes, pero sí, debe haber una que esté más cerca del corazón del Rebe. No sé cuál es, pero la próxima vez que esté aquí, se lo preguntaré en tu nombre”.
A la semana siguiente, cuando el joven Nojum vio a la Rebetzn, ésta le dijo: “Estoy muy contenta de tener una respuesta a tu pregunta. Es una plegaria muy corta. Es la primera oración que decimos por la mañana, Mode ani lefaneja, “Te doy gracias, Rey vivo y eterno, por haber restaurado mi alma dentro de mí con misericordia; grande es tu fidelidad”.
“¿Eso es todo?”, preguntó el muchacho.
“Sí”, le dijo ella. “Esa es su favorita”.
A Nojum le sorprendió semejante respuesta. Modé Aní es una plegaria tan corta y ni siquiera contiene el nombre de Di-s. De hecho, es la única plegaria que recitamos cuando aún estamos en la cama, antes de vestirnos y comenzar formalmente nuestro día. ¡Seguramente, cualquiera de las plegarias más elaboradas y sofisticadas que se recitan luego durante el día debe ser más importante!
Pero esta plegaria, por sobre todas las demás, era la favorita del Rebe,9 alertándonos de la importancia fundamental que otorga a centrar activamente la atención en el obsequio de la vida y a hacer de esta apreciación la piedra angular de la propia conciencia.10
Recipientes para la bendición
Un último punto que vale mencionar es que desde la perspectiva del Rebe, vivir en positivo no es sólo para generar un sentimiento de bienestar psicológico; es también una inversión real en nuestro futuro.
Conforme la escuela jasídica, las palabras y los sentimientos de gratitud que expresamos a Di-s por las bendiciones que ya tenemos en nuestras vidas, se transforman en los recipientes y los medios para que en nuestras vidas fluyan nuevas bendiciones y abundancia.
En cierto sentido, la expresión de gratitud en el presente engendra que tenga lo que agradecer en el futuro.
En respuesta a una enérgica carta escrita por cierto individuo que protestaba amargamente de que carecía de aspectos positivos en su vida debido a sus innumerables luchas, el Rebe escribió:11
No estoy insinuando que se espera que uno deba sufrir para poder ganarse la vida o por no gozar de salud plena [Di-s no lo permita]. Lo que quiero decir es que tal vez la razón de su débil salud y sus dificultades para ganarse la vida es su incapacidad de apreciar las bendiciones de Di-s para usted en un asunto mucho más elemental que la salud perfecta y el sustento abundante: la bendición de hijos e hijas que siguen los caminos de Di-s [por ejemplo]. Cuando uno no reconoce el bien explícito otorgado [a él] desde Lo Alto, particularmente cuando la falta de reconocimiento es tan extrema que resulta en declaraciones como las que usted expresa en su carta, ¿es de extrañar que desde Lo Alto no fluyan [más] bendiciones en otros asuntos?
Anhelo que estas pocas líneas sean suficientes para abrir sus ojos y ver su situación en su verdadera luz. Y cuando comience usted a servir a Di-s con alegría genuina e interior, seguro Di-s incrementará Sus bendiciones también en cuanto a la salud y el sustento...
En otra carta,12 el Rebe expresa un concepto similar y subraya la importancia de manifestar agradecimiento a Di-s por las bendiciones que uno ya tiene en su vida antes de pretender más:
Indiscutiblemente debe usted rezar a Di-s para que satisfaga todas sus necesidades de Su colmada mano... pero previamente debe agradecer a Él por Su abundante generosidad hacia usted.
Si deseamos que se incremente el bien en nuestras vidas y en el mundo, debemos reconocer activamente y acoger profundamente los aspectos positivos de la vida que ya estamos experimentando y ser agradecidos para con Di-s, que es quien provee ese bien.
Para ello debemos contrarrestar la tendencia natural a centrarnos en los aspectos negativos de la vida que nos rodea. No es que debamos cegarnos ante las numerosas amenazas y peligros que nos rodean, sino debemos aprender a detenernos activamente en lo positivo que poseemos para no vernos abrumados por la ansiedad constante y los sentimientos de carencia, que bloquean el flujo de bendiciones que Di-s procura canalizar en nuestras vidas.
El agradecimiento sincero abre las puertas a la abundancia de Di-s.
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