Ocurrió hace 22 años, cuando la viuda de Jacques Lifschitz, el renombrado escultor, vino a una audiencia privada con el Rebe de Lubavitch, poco después del repentino fallecimiento de su marido.

En el transcurso de su reunión con el Rebe, ella mencionó que antes de fallecer, su marido estaba a punto de culminar una gran escultura abstracta de un ave fénix, un trabajo solicitado por la organización de mujeres del hospital Hadassah en el Monte Scopus, en Jerusalén.

Como artista y escultora por derecho propio, ella dijo que quería terminar el trabajo de su marido, pero dudaba, ya que los líderes judíos le habían mencionado que el fénix era un símbolo no judío, y por ende no correspondía que fuera colocado en Jerusalén.

Yo me encontraba junto a la puerta de la oficina del Rebe esa noche, cuando él me llamó y me pidió que le trajera el libro de Job de su estante, lo cuál hice.

El Rebe abrió en el capítulo 29, versículo 18, "multiplicaré mis días como el Jol"

Entonces el Rebe explicó a la señora Lifschitz el comentario del Midrash sobre este versículo que describe al Jol como un ave que vive mil años y después muere para renacer luego de sus cenizas.

Claramente era un símbolo judío.

La señora Lifschitz estaba encantada y el proyecto fue terminado poco tiempo después.

Acorde a su naturaleza, el Rebe vio lo positivo donde la sabiduría convencional veía solamente negativismo.

Esta hermosa metáfora de la vida que renace de las cenizas, encaja perfectamente con la situación. Con su inspiración divina, el Rebe trajo esperanza a esta quebrantada viuda. Y a lo largo de su vida, él hizo lo mismo con el espíritu del pueblo judío, a quien levanto de las cenizas del Holocausto a una nueva y enérgica vida.