Para el Director del Coro; un Salmo por David: Los cielos relatan la gloria del Todopoderoso; el firmamento proclama la obra de Sus manos. Día a día fluye el habla; noche a noche expresa conocimiento. No hay dicho, no hay palabras; la voz de ellos es inaudible. Su arco se extiende a través del mundo; su mensaje hasta los confines de la tierra. El fijó en ellos [en los cielos] un pabellón para el sol que es cual un novio que sale de su palio nupcial, cual un hombre fuerte alegrándose de correr por el camino. Su salida es en un extremo de los cielos, y su órbita abarca los otros extremos; nada se oculta de su calor. La Torá de Adonái es perfecta, restaura el alma; el testimonio de Adonái es fidedigno, hace sabio al necio. Los preceptos de Adonái son rectos, alegran el corazón; la mitzvá de Adonái es clara, ilumina los ojos. El temor de Adonái es puro, perdura para siempre; los juicios de Adonái son verdad, todos ellos juntos son justos. Son más deseables que el oro, que mucho oro fino; más dulces que la miel o que las gotas que destila el panal. En verdad, Tu servidor es escrupuloso con ellos; en su observancia hay abundante recompensa. Sin embargo, ¿quién puede discernir los males involuntarios? Límpiame de los pecados ocultos. Asimismo, detén a Tu servidor de los pecados voluntarios; no permitas que me dominen; entonces seré inmaculado y me mantendré limpio de la transgresión flagrante. Sean las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón aceptables ante Ti, Adonái, mi Fortaleza y mi Redentor.