Un canto, un Salmo por los hijos de Kóraj, para el Director del Coro, sobre el instrumento musical majalát leanót, un maskíl para Heimán el ezrajita: Adonái, Dios de mi salvación, de día clamé [a Ti], de noche [ofrezco mi plegaria] ante Ti. Que mi plegaria llegue ante Ti, vuelve Tu oído a mi súplica. Pues mi alma se ha empachado con aflicción, y mi vida ha llegado al sheól. Fui considerado junto a los que descienden al foso, fui cual hombre sin fuerza. [Se me considera] entre los muertos que están libres [de las preocupaciones mundanas], como cadáveres que yacen en la tumba a los que Tú aún no has recordado, los que aún siguen cercenados por Tu mano. Tú me has puesto en el foso más profundo; en los lugares más oscuros, en las profundidades. Tu ira ha pesado duramente sobre mí, y todas las olas [de Tu furia] me han afligido constantemente. Tú has alejado de mí a mis amigos, Tú me has hecho aborrecible ante ellos; estoy preso e imposibilitado de salir. Mi ojo se aflige a causa de la miseria, a Ti clamo, Adonái, cada día; he extendido mis manos [en plegaria] a Ti. ¿Por los difuntos haces milagros? ¿Se ponen de pie los muertos para ofrecerte alabanzas? Sela. ¿Se relata Tu benevolencia en la tumba, Tu fidelidad en el lugar de perdición? ¿Son conocidos Tus sorprendentes actos en la oscuridad [de la tumba], o Tu rectitud en la tierra del olvido? Mas yo, a Ti, Adonái, clamo; cada mañana mi plegaria llega ante Ti. ¿Por qué, Adonái, abandonas mi alma? ¿Por qué ocultas Tu semblante de mí? Desde mi juventud he estado afligido y aproximándome a la muerte, sin embargo he soportado el temor a Ti que está firmemente establecido dentro de mí. Tus furias han pasado sobre mí; Tus terrores me han cercenado. Me han rodeado como agua el día entero, todos juntos me han cercado. Tú has alejado de mí amante y amigo; he sido rechazado por mis conocidos.