Un Salmo por [el Levita] Asaf: Dios es verdaderamente bueno con Israel, con los puros de corazón. En cuanto a mí, mis pies casi han descarriado; en un instante mis pasos habrían sido arrastrados. Pues envidié a los parrandistas cuando vi la tranquilidad de los malvados. Pues no hay malestar[previo] a su muerte, y su salud es buena. No tienen parte en la faena de los hombres, ni se afligen como otros mortales. Por eso visten arrogancia como una gargantilla; sus cuerpos se envuelven en violencia. Sus ojos afloran por la grasa; superaron las ilusiones de su corazón. Se burlan y hablan perversamente de opresión; de lo alto hablan ellos. Disponen sus bocas contra el Cielo, mientras sus lenguas caminan sobre la tierra. Por eso Su pueblo se vuelve aquí, y bebe de la rebosante [copa] de [envenenadas] aguas. Y dicen: ")Cómo es posible que Dios sepa? )Hay conocimiento en el Altísimo?" Mira, estos son los malvados, siempre tranquilos, han logrado mucha riqueza. Ciertamente, en vano yo he purificado mi corazón, y lavado mis manos en pulcritud; pues me afligí todo el día, y mi reprimenda vino cada mañana. Si hubiera dicho: "Lo contaré tal cual es", he aquí hubiera vuelto rebelde la generación de Tus hijos. Y cuando medité para comprenderlo, fue injusto a mis ojos hasta que llegué a los santuarios de Dios, y percibí su final. Sólo los colocas sobre lugares resbaladizos, los arrojas a la oscuridad. (Cómo se han vuelto desolados en un instante! Tocaron a su fin, fueron consumidos por terrores, como un sueño al despertar, mi Señor, desprecia su imagen en la ciudad. Cuando mi corazón fermentó [amargado], y mi mente se aguzó, fui necio y no comprendí, como un animal fui contigo. No obstante, siempre estuve contigo; Tú sostuviste mi diestra. Oriéntame con Tu consejo, y después, recíbeme con honor. )A quién tengo en el cielo [fuera de Ti]? Y cuando estoy contigo, nada deseo sobre la tierra. Mi carne y mi corazón anhelan; Dios es la roca de mi corazón y mi porción por siempre. Pues he aquí que todos los que están lejos de Ti perecen, Tú cercenas a todos los que descarrían de Ti. Pero en cuanto mí, la proximidad de Dios es mi bien; he puesto mi confianza en mi Señor Dios, que pueda narrar todas Tus obras.
Extraído del libro
Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch
Sudamericana
© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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