Una plegaria del hombre pobre, cuando desfallece y derrama su relato [de aflicción] ante Adonái: (Adonái, oye mi plegaria, haz que mi clamor llegue a Ti! No ocultes Tu rostro de mí en el día de mi angustia; vuelve Tu oído hacia mí; el día en que Te llamo, (respóndeme rápidamente! Pues mis días se ha desvanecido en el humo; mis huesos, secos como en un fogón. Aplastado como el pasto y marchito está mi corazón, pues he olvidado comer mi pan. De la voz de mi suspiro, mi hueso se pega a mi carne. Soy como el pájaro del desierto; como la lechuza del yermo me he vuelto. Con celeridad huí; fui como un pájaro, solo sobre un tejado. Todo el día mis enemigos me humillan; quienes me ridiculizan maldicen usando mis nombre. Pues he comido cenizas como pan, y mezclado mi bebida con lágrimas, por causa de Tu enfado y Tu cólera, pues Tú me has alzado y [de allí] me has arrojado. Mis días son como la sombra efímera; me marchito como el pasto. Pero Tú, Adonái, serás entronizado por siempre, y el recuerdo de Ti es para todas las generaciones. Tú Te alzarás y Te compadecerás de Tzión, pues es tiempo de mostrarle gracia; ha llegado la hora señalada. Porque Tus servidores apreciaron sus piedras, y amaron su polvo. Entonces las naciones temerán el Nombre de Adonái, y todos los reyes de la tierra Tu gloria, cuando [ven que] Adonái ha construido Tzión, ha aparecido en Su gloria. El Se volvió a la plegaria del suplicante, y no despreció su ruego. Sea esto escrito para la última generación, para que la recién nacida nación alabe a Dios. Pues El contempló desde Su santa altura; desde el cielo, Adonái miró sobre la tierra para oír el clamor del aprisionado, para desatar a los condenados a morir, para que el Nombre de Adonái se declare en Tzión, y Su alabanza en Jerusalén, cuando naciones y reinos se reunirán juntos para servir a Adonái. El debilitó mi fortaleza en el camino; acortó mis días. Yo diré [suplicando]: "Mi Dios, no me quites en el medio de mis días, Tú, cuyos años perduran en el curso de todas las generaciones". Al principio sentaste los fundamentos de la tierra, y los cielos son obra de Tus manos. Ellos perecerán, pero Tú perdurarás; todos ellos se estropearán como un vestido; Tú los cambiarás como una prenda de vestir, y ellos se desvanecerán. Pero Tú perduras el Mismo; Tus años no terminarán. Los hijos de Tus servidores morarán [en su tierra]; su semilla se establecerá [permanente] ante Ti.
Extraído del libro
Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch
Sudamericana
© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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